Ensayos sobre el Pacifíco: estudios publicados en la Revista Estudios Internacionales
Bruce Granll AUSTRALIA y EL PAcíFICO (972) intereses y a movilizar el apoyo popular para la política exterior y de defensa que promueven esos intereses. Asumiendo que el examen introspectivo de los australianos ten– drá que llevar a una definición y que a esta seguiría eventualmente una retractación de algunos compromisos vigentes, ¿dónde buscarán los australianos la oportunidad para expresar un creciente sentido de independencia? Las tres zonas que desafían a la política austra– liana son el Océano indico, el Sudeste Asi¡itico y la zona del Pa– cífico. Últimamente el Océano índico ha provocado una gran atención desde un punto de vista político en Australia a causa de la dismi– nución del poderío naval británico, de la presión de la Unión So– viética en el Mediterráneo y el Medio Oriente tanto como de su influencia en el subcontinente índico y su creciente interés naval en el Océano indico mismo. El problema de todos los esquemas propuestos para un papel de Australia en el Océano indico es que requieren una especie de ligazón con SudMrica. Hay una corriente de opinión en Australia con influencia en los partidos de gobierno, a la cual le gustaría que se estableciera un acuerdo defensivo entre Australia y Sudáfrica. La desventaja enorme de un arreglo de este tipo es que complicada las relaciones de Australia con las naciones del Sudeste Asiático. Mi impresión es que la mayoría de los aus– tralianos se sentirían muy incómodos con una relación especial con Sudáfríca, no sólo a causa de su política racial, sino porque los australianos están desarrollando un tipo diferente de sociedad; más abiertamente materialista y tolerante que el rígido y paternalista modo de vida que el "establishment" sudafricano parece considerar como el nervio de su civilización. El sentimiento general, particu– larmente vivo entre los jóvenes, de que Sudáfrica es un país de moralistas anacrónicos, combinado con una estimación técnica de que una relación estrecha con Sudáfrica nos haría sospechosos en el Sudeste Asiático, probablemente basta para eliminar, como una posibilidad seria, una alianza entre Sudáfrica y Australia, a través del Océano fndico. Mientras Australia pueda muy bien, como me– dida de autodefensa, ocuparse de la protección de sus costas occi– dentales, no tiene la capacidad para desarrollarse como un poder en el Océano indico excepto como parte de un sistema regionaL La insistente candidatura de Sudáfrica de ser un aliado, ofrece un precio demasiado alto para que Australia llegue a ser un miembro de tal sistema. Se pueden avanzar muchas razones del por qué Australia podría tomar una parte activa en los asuntos del Sudeste Asiático. Tene– mos estrechas relaciones con países de esa zona, hemos desarrollado intereses especiales en esa región, y hemos terminado por reconocer 125
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