Ensayos sobre el Pacifíco: estudios publicados en la Revista Estudios Internacionales
ENSAYOS SOBRE EL PAciFICO decible e identificable respecto de los problemas del mundo. Re– quiere también que quienes atribuyan ese papel sean otras naciones. Los australianos tienen dudas de cómo los ven otros pueblos, espe– cialmente sus vecinos. Los australianos no tienen ese deseo irracio– nal de construir una gran nación, que es el que empuja a un pueblo hasta los límites de la naturaleza humana. Sus aspiraciones son generalmente pragmáticas, no son apasionadas excepto respecto a la supervivencia. Tampoco tienen la competencia y experiencia político-diplomática que permitiría realizar aquellas iniciativas úti– les aun cuando modestas que pueden hacer de una nación pequeña un poder significativo en el ámbito de las relaciones internacionales. A esta lista de aspectos aparentemente deplorables hay que agre– gar sin embargo, que un creciente número de intelectuales están entusiasmados con la perspectiva de una Australia que escapa del paraguas del protector y participa en un sofisticado juego de intereses nacionales entre los poderes rivales de Asia, especialmente del Su– deste Asiático. Uno de los argumentos más convincentes para la existencia de fuerzas en Malasia-Singapur es que podrían habilitar a Australia, con una presencia militar simbólica, para ejercer una influencia política en la región. Esta es quizás la forma más sofisticada de nacionalismo que se haya desarrollado hasta aquí en Australia y no constituye de ningún modo una reversión a valores provinciales y rurales. Sus partidarios son el producto de la opulencia; creen más en una cultura mundial que en un nacionalismo australiano o en una identidad regional. Pero ellos están haciendo de la participación australiana en los asuntos del Sudeste Asiático, la llave para la reaparición de un sen– tido de dignidad y confianza en la nación australiana ya que se alega que sólo tomando para sí la tarea de la responsabilidad nacional en el Sudeste Asiático, puede Australia desarrollarse como una na– ción. Quizás esto tenga algo de romántico. No es fácil, con la sombra del Vietnam, hacer que la mayoría de los australianos -y esto in– cluye a los partidos políticos- vean en el desafío que hay para Aus– tralia en el Sudeste Asiático algo positivo en vez de algo sombrío y aterrorizador. La duda y la incertidumbre que he descrito pueden revelar a un extraño los síntomas de una nación en crisis y esto puede ser verdad. Me doy cuenta, sin embargo, que Australia nunca va a permitir ser inmovilizada por alternativas apocalípticas. Una crisis es también una encrucijada. A causa del desarrollo econó– mico de Australia y de sus intereses globales como una nación co– merciante de importancia acrecentados por la distensión de la camisa de fuerza de la política de la Guerra Fría, parece improbable que la nación pueda resistir indefinidamente la invitación a definir sus 124
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