Desarrollo energético en América Latina y la economía mundial
Heraldo Muí'íoz I RECURSOS ENLRGÉTlCOS, ESTlI.oS DE DESARROLLO Y••• boicot petrolero de 1973, involucraba la construcción de 35 plantas que empezarían a operar en 1985. Debido a las protestas, .sin embargo, se declaró una moratoria de 6 años en la construcción de nuevas plantas. En 1978, sólo 12 de las 35 que originalmente se pretendía construir habían entrado en funcionamiento. La energía solar puede llegar a jugar un rol importante en la satisfacción de las necesidades energéticas de países desarrollados y subdesarrollados. Sin embargo, tampoco es una panacea. Por ejemplo, en el caso de América Latina, un estudio reciente de la CEPAL condu– ·ye que es improbable que el consumo de petróleo en la región du– rante los próximos veinte años sea afectado significativamente por la introducción de la energía solar. Por otro lado, los costos econó– micos de la energía solar son, actualmente, muy elevados. A más largo plazo se estima que, en la medida en que se resuelvan los problemas técnicos, los costos de dicha energía se harán más razonables. En· América Latina, el estilo de desarrollo ha consistido fundamen– talmente en la adopción del estilo predominante en las sociedades avanzadas de Occidente, lo que ha significado -entre otras cosas- el uso progresivo del petróleo como fuente de energía en desmedro de otros recursos energéticos abundantes en la región. Así, el consumo de petróleo en América Latina aumentó de un 39,8% en 1950 a un 52,8% en 1976, mientras que, durante el mismo lapso, el consumo de combustibles vegetales disminuyó de un 40,3% a un 14,8%. En el sector transporte, el petróleo y la electricidad desplazaron al carbón en los ferrocarriles. Luego, los mismos ferrocarriles, y especialmente la tracción animal, fueron desplazados por el automóvil privado, los autobuses, los camiones y, para distancias más largas, el avión. No extraña entonces que -según datos de la CEPAL- 87 ciudades Latino. americanas, habitadas por casi 70 millones de personas, sufren actual· mente grave contaminación ambiental. Como se sabe, las consecuencias sociales y económicas de la conta– minación son difíciles de evaluar pero son de importancia crítica. De ail.rque la mera solución técnico-económica al problema energético no basta. La fórmula alternativa tendría que considerar, por ejemplo, el incremento de las enfermedades respiratorias y de cáncer pulmonar -lo que se traduce en muertes prematuras, pérdidas en horas de trabajo y recargo de los servicios médicos-; el deterioro de edificios y obras urbanas; los daños al paisaje y, en general, la declinación de la calidad de la vida. 129
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