Panorama de la política mundial

Jorge Bergwio B. I LA POLíTICA EXTERIOR DE LA UNIÓN SoViÉTICA.... Si hay una racionalidad en el proceso histórico, la Unión Soviética, que ha creado el mayor imperio colonial y la dominación imperia– lista más despiadada, que ha edificado un Estado totalitario, estable– ciendo no sólo una rígida sociedad clasista, sino la burocracia más inflexible y poderosa gracias a la temible concentración de instru– mentos políticos, económicos y militares en muy pocas manos, !YO podrá triunfar sobre el resto de La Ihumanidad. En todo el mundo, la fuerza pujante del nacionalismo se opone a cualquier forma de opresión o avasallamiento extranjero. Un vehemente deseo de inde– pendeocia sacude a las naciones del Tercer M'lmdo que tienen en sus manos la opción de contribuir a convertir en realidad el sueño de los nuevos Zares o a construir unidas un sistema más justo y equili– brado de convivencia internacional. La ironía del destino radica en que el conflicto entre Norte y Sur, polaridad que para muchos encerraba la clave de la superación del conflicto ideológico entre Este y Oeste, proporciona precisamente \l la Unión Soviética la posibilidad de actuar sobre diclla división y de encubrir su debilidad conceptual. La mayor fuerza de la política exterior de la URSS) que pugna por trascender SoU:! internas contradic– ciones, radica en la debilidad de los países no comunistas que en la coyuntura actual carecen de unidad de Rropósüos y están absortos en su problemática local, funcional o a corto plazo. La respuesta al gran desafío del comunismo soviético consiste, en primer lugar, en el inequívoco y claro reconocimiento de los errores que el Mundo Libre ha cometido en el pasado; y, en segundo término, en una ac– titud que, en vez de comprometerse con un estático "no pasarán", se resuelva a pasar a la ofensiva. Ofensiva que no puede significar si– no la promoción de la libertad y la autodeterminación en todas las regiones de la tierra, sin claudicaciones oportunistas ni reconocimien– to de "zonas de influencia" que la surgente conciencia d~ los pueblo5 de todas las latitudes rechaza. terminantemente.

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