Panorama de la política mundial

Jorge Befguño B. I LA POLiTICA EXTERIOR DE LA UNIÓN SoVIÉTICA.... sarrollo del marxismo como una entelequia de contenido histórico y circunstancialmente vari'ables, pero que, a pesar de todo, no pierde su forma revolucionaria. .La táctica, en consecuencia, carece de importancia si no es dentro de una subordinación, inordinación y coordinación con los fines su– periores de la estrategia. 'Por ello las contradicciones entre la "Nueva Política Económica" de Lenin y otros aspectos de la doctrina sovié– tica; entre el Pacto Nazi-Soviético y la posterior alianza de la URS3 con las democracias occidentales; o, en época más reciente, el vuelco que ha convertido a Moscú en enemigo de Pekín y en aliado de Delhi, por ejemplo, carecen de trascendencia. El único principio realmente fundamental involucrado en esta dia· léctica de fines y medios, de forma y contenido, de táctica y estra– tegia, es el de la revolución mundial. Si dicha revolución debe lle– varse a cabo en todos los frentes de lucha, en una forma efectivamen– te tra:nsnacional, como lo postula la idea de la "revolución perma– nente" de Trotzky; o si, por el contrario, debe asentarse en una na– ción, poseer un centro directivo, un cuartel general de operaciones, como lo señaló Stalin, ése es el único gran y desgarrador debate del comunismo mundiaíl. La tercera tesis, la del policentrismo, la ru ta nacional hacia el comunismo es, con toda la aparente consistencia que Yugoslavia, China y los partidos comunistas de ¡Europa Occiden– tal 'han pretendido darle, espúrea y contradice la esencia misma del comunismo internacional, cuya supervivencia pune además en pe– ligro. En las fases de despliegue de la diplomacia soviética se manifiesta, en la misma form'aJ en que se da en el desarrollo del pensamiento marxista s(wiético, este tránsito de la utopía de la "revolución per– manente", que no conoce identidades ni afiliaciones nacionales, hacia la política revolucionaria de dominación de una sola nación. La evolución se presenta, en un comienzo, como de carácter táctico. Sin embargo, durante la era staliniana la URSS cruza decisivamente el umbral. En lo sucesivo, no podrá haber otra patria para el proleta– riado revolucionario ni otro norte para los partidarios de la revolución mundial que el fortalecimiento constante del poder soviético ll . 11 Los primeros documentos diplomáticos soviéticos, singularmente la famosa "Proclama sobre la Paz" de Lenin, explícitamente declaran que la URSS no es Estado sucesor de la Rusia Zarista. Vide T Theodore von Laue: "Soviet Diplo– maoy: G. V. Chíchcrin, Peoples Commissar for Foreign Affairs, 1918_30" en "The Diplomats", ed. por A. Graig y Félix Gilbert, New York, 1971, vol. 1. También P. Miliukov: "La Po/itique Extericul'e des Soviets".

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=