Panorama de la política mundial
Ra)'nlundo Barros Ch. / LA INTECRACIÓN LATINOAMERICANA: VIGENCIA Y.•. to de Tindlemans supone para la Comunidad su consolidación y su profundización; para los Estados miembros, la asunción de com– promisos suplementarios en lo que se refiere a los objetivos que St: han de alcanzar, a los progresos que se Ihan de realizar en 10' inme. diato y al robustecimiento de las Instituciones garantes de la pro– gresión continua hacia la meta definida en común. Tal conjunto de compromisos constituye la mutación que caracteriza a la Unión Eu– ropea y la distingue de la fase actual de unificación de Europa 2 • No olvidemos que la Comunidad EconómÍca Europea empezó su vertiginoso camino hacia la unidad, a partir de una unión adua– nera. También tengamos presente que la unión aduanera, como for– ma prevía de integración, encierra un gran dinamismo, como se ex– presa con claridad en .un· estudio hecho por la SoCiedad de las Na– ciones y reeditado en 1947 por las Naciones Unidas. .En dioho es– tudio se razona de la siguiente forma: "Para que haya unión aduanera, es preciso permitir la libre cÜ'culación de las mercancías· en el seno de la unión. Para que la unión aduanel"a llegue a ser una realidad, hay que permitir la libre circulación de las personas. Para. que la unión aduanera permanezca estable, es necesario mantener el intercambio de las mo– nedas y hacer que los tipos de cambio sean estables dentro de la unrión. Esto requiere la libre dl'culación de los capitales. Cuando en una región cualquiera hay libie circulación de mercancías, de personas y de capitales, no puede existir diversidad de políticas económicas en vistas a mantener la actividad económica. Para asegurar la uniformidad de esas políticas hace falta un mecanismo polí· tico. Cuanto más iuterviene el Estado en la vida económica, más ha de intensi· ficarse la 'integración. política en el seno de la unión aduanera". . Eli buena medida ocurre CQl1 el esquema europeo occidental de in tegracÍón el mismo fenómeno de la necesidad de transferencia de poder de los Estados miembros a la unión central que se observa a propósito del federalismo. No es ésta la ocasión de adentrarnos en el estudio de la llamada suptanaóonalidad y en sus reiteradas manifestaciones y proyeccio– nes. Con respecto a: la Comunidad Económica E~ropea quisiéramos señalar dos hechos sucesivos de distinta naturaleza que sirven par.a magnificar su dimensión. Uno, que contribuirá a robustecer su ca· • Comunidad Em'opea, Febrero 1976; Año XII, número .125•. 255
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