Panorama de la política mundial

Fernando lIfonckeberg B, /. iLA REVOLtJCIÓNCIENTiFICA y TÉCNICA Y LA,•• á '1970 há aumentado la velocÍebd de cO'munÍcación pO'r 10 7 (10 mi– llones de veces), la velocidad de viajes 10 2 (100). La velO'cidad de elaboración de datos 10 6 (un millón). Como consecuencia de. este perfeccionamiento se ha hecho presen– te la revolución de las expectativas surgentes (revolution of rising ex– pectations), la expresión que concibió el Secretario de EstadO' nO'r– teamericano Harland Cleveland y popularizó Adlai StevensO'n, usán~ doIa en las Naciones Unidas, en que representaba a su país. El in– dividuo Sli'pO cómO' viven realmente sus semejantes y, aunque qui– siera ignorarlo, la información se le ~ntrO'dujo por tO'dos lados. A través del cine y de los otros medios conoció formas mejO'res y peores que la suya; despertó en él la oonmiseración por los desvalidO's, perO' al mismo tiempo aspiró a elevar su propio nivel. Se percató a breve plazo de muchas comodidades que !hacen los días más gratos y pla– centeros y sintió remecerse los cimientos mismos de su existencia; ya no esperó que terminaran pacientemente las penurias de esta vid-l O' que se las compensara en el Más Allá, sino que exigió y luchó por disfrutar inmediatamente de las ventajas. Si el j'deal de la Edad Media cO'nsistió en provep.rse de una arma– dura y partir a la conquista de lugares sagrados, hOI se pretende, pa– ra bien o para mal, poseer una casa confO'rtable, un automóvil, un televisor, u.nrefrigerador y demás granjerías. Cuando se logran sa– tisfacer estas expect:!tivas, éstas no se acallan y, por el contrario, otras nuevas van renaciendo. iDías atrás, un viejO' campesino de un cajón cordilleranO' bastante separado decía: ;'TO'dO' rnmbió aquí, señor, desde que llegó la radio a transistores; antes todos trabajaban pací– ficamente; no había crímenes ni ambiciones, Ahora no hay tranquili– dad". Con su simpleza draba en el clavO': hahía presenciado el esta– llido de las expectativas. Esta revolución genera tremendas tensiones a nivel local e inter– nacional, que parecen aumentar de intensidad y frecuenda con el pase- del tiempo. En los países pobres, a los que en mayor o menor medid:! también llegó la comunicación (Tabla 1), Y en que preva– lecen diferencias sO'cÍoeconómicas muy grandes; la situación se torna insO'stenible. Como una marea se abultan los anhelos y se exigen reivindicaciO'nes inmediatas. LO's buscadores de poder se dan cuenta <de la conveniencia de sumarse y aumentar el clamor pO'rque atraen la simpatía de las masas y tambalea la estabilidad política. Caen los gobiernos, se transforman las estructuras en busca de sO'luciones y luchan las élites que se reemplazan unas a otras. Los poderosos no

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