Panorama de la política mundial
Osear Pinochet de la B. / LAS RELAGIO:-iES INTEfu-.¡ACIONALES DE JAPÓN nica occiden tales. Las escuelas militares prepararon oficiales con la ayuda de misiones extranjeras. Cambió la forma de vestir y en los "ukiyo;e" (grabados) de esos 3ños se ve a hombres de chaquet y sombrero de copa, junto a damas de anchas crinolinas, en las re– cién construidas estaciones de ferrocarril. Es un país entero en ebullición que ha puesto al servicio de una causa nacional -ser los primeros en el estilo occidental de civiliza– ción- todas sus virtudes ancestrales, tan alejadas, por otra parte, de ese mismo estilo... Por último, en 1873 se dejan sin efecto los edic– tos que prohibían el cristianismo desde los tiempos de Hideyoshi (siglo XVI) . El entusiasmo es visible, !pero ¿qué piensan realmente los japone– ses? "Un drama. trágico se juega en el alma del Japón; sin armas y sin aliados, debe humillar su inmenso orgullo dos veces: delante de la fuerza bruta que le imponen los tratados y delante de la civilización detestada por los bárbaros (!), debiendo inclinarse frente a las dos. La rapidez con que el Japón abolió sus antiguas costumbres, da un índice de sus angustias"l. Pero hay algo que el Emperador Meiji nO' acepta y es la manten– ción de esos acuerdos hechos a la carrera entre los shogunes y las potencias extranjeras. Luego ele años de negociación, estos conve– nios van siendo reemplazados. El primero de ellos se firma con In– glaterra en }uJio de 1894, es el tratado de comercio y navegación. Nueve días después -y parece no haber sido coincidencia- 1apón setra.ba en una guerra con China que durará hasta 1895. El gesto inglés tenía por objeto o'ear un Japón lo suficientemen– te fuerte, capaz de oponerse al avance de Rusia y de Francia, lo que convenía, demás está decirlo, a la política de Londres, en plena ac– ción eX'Pansionista en India y en China. . Tokio se aprovechó del plan inglés y en 1904-1905 impresionó al mundo con sa inesp·er;¡da campaña reLlmpago contra Rusia, cuyos puntos más altos fueron Puerto Artu.ro y la batalla naval de Tsushi– ma. Se vio entonces, por primera vez, el poder de la Marina japo– nesa, de los alumnos estudiosos y silenciosos capaces de asombrar a sus profesores. En 1910, Japón se estableció en Corea. Las energías acumuladas durante siglos de aislamiento habían estallado y nacía una nueva potencia mundial. Las mencionadas campañas dieron a Japón (además de Corea) el sur de la isla de Sajalín, Formosa (que 1 Cit. por Nagel, 1969, p. 92, ed. francesa. I39
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