Estudios sobre la reestructuración de ALALC
Raymundo Barros Char/ín ¡INTRODUCCiÓN en aspectos aduaneros, de transportes y de compensación de saldos y cré– ditos recíprocos. En lo que se refiere a su proyección externa. e! resulta– do es, virtualmente, nulo. Las Partes Contratantes de! Tratado de Montevideo en diciembre de 1966 aprobaron la Resolución 167 (CM-HU-E) sobre los "medios para facilitar la adopción de actitudes comunes ante terceros países y organismo internacionales, en asuntos económicos y financieros". A tal efecto, se encomendó al Comité f:jecutivo Permanente el estableci– miento de un "procedimiento sistemático de reuniones de consulta" entre las Partes, con e! objeto de promover la coordinación de las polí– ticas comerciales y financieras que habrán de postular en los diversos foros internacionales. Incluso se llegó a encomendar al Comité mencio– nado "el estudio de las bases para una política comercial conjunta". Ni las bases ni el procedimiento han sido aprobados por los países. Por su parte, el Capítulo VII de la Resolución 152 (VI) señala clara– mente las modalidades a que han de ajustarse las relaciones con organis– mos e instituciones internacionales. La conducción de dichos 'vínculos competen al Comité Ejecutivo Permanente. La permanente inactividad de ALALC en el propósito de ejercer una proyección externa que se mostraba imperiosa, produjo, entre otras ra– zones, un hecho político importante que desembocó en octubre de 1975 en la firma del denominado Convenio Constitutivo del Sistema Econó– mico Latinoamericano (SELA). Con la creación del SELA, las once Partes Contratantes del Tratado de Montevideo con los demás "estados soberanos latinoamericanos" que suscriban y ratifiquen dicho Convenio, cuentan con un "sistema perma– nente de cooperación económica y social interregional, de consulta y coor– dinación de las posiciones de América Latina, tanto en los organismos in– ternacionales como ante terceros países y agrupaciones de países". El SELA constituye, en síntesis, un marco que, al parecer, los países estiman el más adecuado para emprender acciones.concertadas y solida– rias que acrecienten el malogrado poder de negociación de la región. Con el funcionamiento del SELA desaparece, entonces, en buena medi– da, la inquietud por dotar a ALALC de mecanismos de proyección externa; a menos que se trate de acciones concertadas o conjuntas en actividades muy específicas. Sería el caso, por ejemplo, de la adopción de medidas solidarias en favor de los países de menor desarrollo económico relativo ante ciertos organismos internacionales; o de negociación conjunta de tecnología o crédito para programas o proyectos de interés común. Contrasta fuertemente la falta de proyección externa de ALALC con la gradual estructuración del Grupo Andino como bloque político que incursiona, desde estos últimos meses, en los más variados campos del quehacer internacional. El análisis de este último aspecto, pese a su incuestionable interés, escapa a los propósitos de la obra en comentario.
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