Las relaciones entre los países de América Latina

Raymundo Barros Charlín / INTEGRACIÓN y COOPERACIÓN EN AMÉRICA LATINA Los acuerdos suscritos entre la CEE y algunos países latinoame– ricanos, como es el caso de Argentina, Brasil, Uruguay y México han producido resultados muy limitados y sólo comprenden aspectos co– merciales (no preferencial es) o bien, tareas de cooperación (con México). Con Japón y con los países socialistas existe un amplio margen de posibles intercambios que no es la oportunidad de analizar. Ellos no representan en caso alguno una alternativa frente a la necesidad urgente de América Latina de aumentar racionalmente su interdependencia frente al panorama poco propicio del mundo exterior. 2. Ideologías nacionalistas Es obvio que el porvenir de la integración y de la cooperación en América Latina va a depender del tipo de convivencia regional que busquen los gobiernos. Ninguna ley histórica nos conduce a un "determinismo" integracionista y la unidad no aparece como "destino manifiesto" de nuestros pueblos, salvo en expresiones de algunos historiadores. ensayistas, políticos y técnicos. En Sudamérica podemos observar sólo cinco gobiernos democrá– ticos: Colombia, Guyana, Guyana francesa, Surinam y Venezuela. Tienen gobiernos militares: Argentina, desde 1976; Bolivia y Brasil, desde 1964; Chile, desde 1973; Ecuador, desde 1972; Paraguay, desde 1954; el Perú, desde 1968 y la República Oriental del Uruguay desde 1973. En Centroamérica, continúa Costa Rica siendo la excepción. é. Es que acaso no puede haber 'cooperación y/o mtegración entre países con gobiernos democráticos y otros que no lo sean? No nos referimos a esa inquietud que nos parece suficientemente contestada con la firma y el desarrollo de los tratados que dieron origen, en cada caso, a la ALALC. al Mercado Común Centroamericano y al Acuerdo de Cartagena o Pacto Andino. Estamos pensando en un nuevo tipo de gobiernos emergentes en América Latina cuya ideología se puede sintetizar, a los efectos del presente trabajo, en la llamada "doctrina de la seguridad nacional". Detrás de dicha "doctrina" hay una filosofía (geopolítica); una ética (la estrategia global) y un protagonista (las Fuerzas Armadas). Y, en teoría, ni la filosofía, ni la ética, ni los protagonistas mencionados parecen instrumentos idcóneos para la cooperación regional ni mu– chísimo menos para la integración económica propiamente tal. Tam– bién sería utópico afirmar que se busca el conflicto o que otros gobiernos serían automáticamente más colaboradores. En mayor o menor medida, los gobiernos señalados postulan una de– voción inquiebrantable al culto de la soberanía nacional entendida como autoridad y poder supremo e ilimitado. Llevando al extremo al

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