Las relaciones entre los países de América Latina

LAS RELACIONES ENTRE LOS PÁISES DE AMÉRICA LATINA de reformulación de equilibrios en el Cono Sur, en los que las políticas exteriores de cada uno de los actores aparece como un factor de unidad nacional. En el plano internacional ellas revelan un desafío en el alcance y en las limitaciones de una política exterior de un país como Chile, con– servador en lo territorial frente a los desafíos intermitentes al statu– quo por parte de Bolivia y de Argentina. Después del Tratado de Paz con Bolivia de 1904, y de que las principales cuestiones fronterizas chileno-argentinas quedaron resueltas, la política de Chile respecto de Bolivia se tornó en lo sustancial contraria a la concesión de un puerto propio a ese país, así como respecto de la cesión eventual de Tacna y Arica al mismo. No obstante, una especie de constante de esa política exterior puede ser observada en el sentido de "buscar una solución", si la situación ha sido planteada en esos tér– minos, a través de territorios al norte de la ciudad de Arica l . Las últimas negociaciones representaron, en consecuencia, una renovación de esa constante. Para Chile, sin embargo, la solución fue establecida en el Tra– trado de 1904 y en consecuencia la "solución" del problema boliviano no ha sido identificada en su diplomacia como una revisión de lo dispuesto en ese Tratado. Al mismo tiempo, la opinión pública de Bolivia y de Chile resultó fuertemente motivada, ya sea hacia actitudes de apoyo o de rechazo de las particulares políticas gubernamentales. Una fuente importante de motivación estuvo constituida por el énfasis puesto en el concepto de defensa de la soberanía, el cual ha servido para responder a aquellos planteamientos supuestamente abusivos del otro país. En 1975, cuando los Gobiernos de Chile y Bolivia en Charaña, rea– nudaron sus relaciones diplomáticas, las relaciones vecinales de Chile no parecían desafiadas por posibles causas de deterioro grave en el corto plazo. Con Bolivia, las relaciones se desarrollaban en el mejor nivel mientras se barajaban fórmulas para buscar una salida soberana al mar; con Perú entretanto, se habían iniciado una serie de contactos al más alto nivel, entre los que cabe destacar los de orden castrense, con el fin de establecer una relación más fluida y continua. Con Argentina, las relaciones se podían calificar como armoniosas y de buena vecindad en tanto que la última controversia territorial pen- ) Sobre el alcance de las conversaciones chileno-bolivianas de 1950 (gestión-Walker– Ostria) siendo presidente de Chile. Gabriel González Videla, ver Espinoza Moraga, Osear. Bo– livia y el Mar 181()"1964. Santiago, Naseimento, 1965, pp. 387-402. El ex presidente González Videla respaldó la legitimidad de las negociaciones sobre un "corredor" por las ventajas económicas y políticas que de ellas se derivarían. El apoyo fi– nanciero externo (EE.UU.) fue consultado en esa ocasión. Ver González Videla, Gabriel. Memo– rias. T. 11, Santiago, Gabriela Mistral, 1974, pp. 863-906. Una apreciación negativa al respecto en Ríos Gallardo, Conrado. Chile y Perú, Los pactos de 1929. Santiago, Nascirnento, 1959, p. 298. 154

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