El mar en seís dimensiones: científica, técnica, política, jurídica, histórica, estratégica
EL MAR EN LA HISTORIA DE CHILE tráfico fue entregado a la »South Sea Company«. Esta compañía in– glesa instaló factorías, las que sirvieron además de almacenes y recin– tos de recepción de los esclavos, para la introducción de mercaderías a las colonias. Las factorías inglesas se instalaron en Santiago de Cuba, Veracruz, Panamá, Portobelo, Caracas, Campeche y Buenos Aires. Como consecuencia de ello, a través de la cordillera, llegaron tanto mer– caderías inglesas como esclavos africanos a Chile, aun cuando no alcan– zó el contrabando el volumen que había tenido a comienzos del siglo. Asimismo provenían por la misma ruta, desde el Plata, los artículos introducidos por los portugueses de la colonia de Sacramento, situación que se mantuvo hasta 1 777. La~' claras intenciones monopolistas de la corona española se tradu– jeron en medidas restrictivas y excluyentes durante los siglos coloniales, recordemos la política comercial hispana aplicada por la Casa de Con– tratación y sus canales de comercialización establecidos. Sin embargo la extensa labor reformista llilustrada« de los Borbones y la presión permanen~e de factores externos produjeron, a fines del siglo XVII y en los años inmediatamente anteriores a los movimientos juntistas americanos, un gran desarrollo del tráfico comercial de las colonias es– pañolas. Al respecto sostiene el historiador Sergio Villalobos: »La desenvol– tura alcanzada por el comercio fue la consecuencia de las medidas de la corona que dieron impuso tanto al tráfico interno del imperio como al externo. Tan importantes fueron las transformaciones en este último sentido, que puede afirmarse que las colonias americanas se encontra– ban ligadas a las plazas extranjeras, y, por lo tanto que el monopolio de la metrópoli virtualmente no existía«8. LAS EXPEDICIONES AL PACIFICO En el siglo XVIII se observa un creciente interés por reconocer las costas de todas las orillas del gran océano, a pesar de las pretensiones españo– las, expresas y latentes, de considerarlas como suyas.' A veces eran mo– tivadas estas expediciones de carácter pacífico, por intereses comer– ciales a objeto de abrir nuevas rutas, con el propósito de ocupar lugares estratégicos o áreas poseedoras de recursos importantes. En otras opor– tunidades las guiaba un interés exclusivamente científico, a fin de conocer y explorar nuevas tierras. Entre estas expediciones debemos mencionar la de Lord Anson, que visitó nuestras costas entre 1740 y 1744 Y la de Bougainville en 1776. Esta última reconoCió el archipiélago de Tuamotú ya descubierto por los españoles. Por la enorme extensión y por la amplitud e interés que revistieron sus expediciones merece especial mención el célebre ·Villalobos, Sergio. Ob. cit. pág: 259. 97
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