El mar en seís dimensiones: científica, técnica, política, jurídica, histórica, estratégica
EL MAR EN LA HISTORIA DE CHII.f. de Imperio Azteca conquistado por Hernán Cortés. El mismo año de 1529 del Tratado de Zaragoza, Francisco Pizarro requiere apoyo y auto– rización imperial para ir a la conquista del Perú, que supone más rico que México. Como señalamos de la presencia de España en Asia se redujo a las islas Filipinas, unidas por eJ Galeón de Manila, que cruzó eJ Pacífico norte-central, hasta y desde Acapúlco, durante más de dos siglos. La renuncia que España hizo a favor de Portugal en eJ· Tratado de Zaragoza significó, al mismo tiempo, un síntoma de la futura decaden– cia naval hispana. Al despreocuparse del Pacífico sur y la Oceanía aus– tral iba a permitir el audaz acceso de Drake y Cavendish, abriendo una ruta a los piratas, corsarios y contrabandistas de los siglos posteriores. En Europa el trascendental desastre de la Armad", Invencible en 1588 no hizo sino asestar eJ golpe definitivo a las últimas pretensio– nes de poderío marítimo de España. Tampoco la corona portuguesa aprovechó la oportunidad que les permitió el retiro español de Asia y. del Pacífico sur, pues, unos años más tarde, a fines de siglo, fueron ex– pulsados a su vez de las islas de las Especias por los hábiles holandeses. En China y Japón, con los cuales habían establecido contactos comer– ciales desde 152:0, los portugueses tampoco prevalecieron. Habiendo sido denominados por los chinos como los »Demonios del Océanó(, a causa de las depredacionet, saqueos y asesinatos cometidos en una expedi– ción a Pekín, fueron expulsados de China sólo permitiéndoles estable– cer una colonia en Macao que hasta la fecha conserva Portugal. Japón, aún cuando inicialmente recibió con amabilidad e interés a portugue– ses y españoles, más tarde receló de ellos prohibiéndoles establecerse en territorio nipón y cerrando toda posibilidad de contacto exterior, con la sola excepción de una pequeña factoría holandesa. Fracasaron así las posibilidades de expansión en la otra orilla del gran Océano para les hispano-portugueses, por diversas circunstan– cias derivadas de su mayor preocupación por los intereses europeos in– mediatos en función de sus pretensiones religiosas y dinásticas: Pese a ello prosiguieron llevando a cabo exitosamente en el siglo XVI la herío– ca gesta de la conquista de América. Desde Calirornia a Chile en eJ Pacífico, los capitanes y adelantados españoles esta,blecieron su supremacía, su fé religiosa y normas jurídicas, dominando tanto ala naturaleza como a las primitivas comunidades indígenas. Por su parte Portugal desde la costa atlántica avanzó hacia el interior del Brasil con los bandeirantes y misioneros haciendo caso omi~o de los límites señalados por el Tratado de Tordesillas para la expansión portuguesa. En 1535, llegó a las costas próximas al estrecho de Magallanes la expedición de Simón de Alcazaba, a quien el emperador Carlos V había concedido autorización para poblar y gobernar los territorios en– tre Arauco y el Golfo de Penas (doscientas leguas de norte a sur). En la costa patagónica atlántica en rebrero de 1535 fundó Alcazaba una po- 9 1
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