El mar en seís dimensiones: científica, técnica, política, jurídica, histórica, estratégica

EL MAR DI SEIS DIMENSIONES / F. Marull Bermúdez tiago de Guevara recorrió y avistó las costas chilenas de sur a norte. Este navegante había integrado la gran expedición del comendador fray García Jorré de Loayza, la que, al igual que muchas, se deshace en el estrecho. Al désbaratarse por las tempestades, toma rumbo una nave por el Atlántico sur, otra regresa a España y, la del capítán Guevara, después de salir al océano Pacífico, se dirige al norte para llegar a Aca– pulco. La nave capitana al mando de Jorré de Loayza, en la cual iba el ya célebre Sebastián El Cano, habría descubierto la extremidad austral americana l Ciaba de Hornos, alcanzando luego hasta las islas de las Es– peciarías. Sin embargo allí fueron constantemente hostilizados por los portugueses, quienes habían llegado a ellas siguiendo la ruta de Vasco de Gama y Albuquerque. Se defendieron tres años en la isla Ti– mar, sin que fueran desalojados. Desgraciadamente para el Imperio Español, Carlos v en Europa ce– dió frente a las pretensiones portuguesas, renunciando a las Malucas mediante el Tratado de Zaragoza, de 1529, a cambio de compensa– ciones económicas. En ese momento las necesidades de las guerras con sus vecinos europeos importaban más a los intereses de Carlos v que las lejanas y disputadas Malucas. Mencionamos especialmente este tratado, por su trascendencia tanto para que España hubiese alcanza– do y mantenido su rol imperial y marítimo, como por la importancia que esta renuncia significó para el proceso de expansión y poblamiento de la América del Sur. En las orillas orientales del Pacífico, solamen– te España retuvo las islas Filipinas e islas de la Micronesia (Carolinas y Marianas en el Pacífico central). Al respecto, señala el doctor Julio Retamal: ¡¡De haberse podido conservar las Moluscas, el centro de atracción hubiese estado más al sur, con lo que Australia y Nueva Zelan– da habrían seguramente jugado un papel importante, siendo necesa– riamente enlazadas con España a través del Perú o de Chile. Esta fue una gran oportunidad perdida para nuestro país, quedando el Pacífi– co cerrado frente a sus costa~(:!. En el Pacífico sur recién durante los siglos XVIII Y XIX se llevaron a efecto descubrimientos importantes, y no por españoles ni portugue– ses sino por navegantes ingleses, holandeses y franceses, los que recono– cieron y poblaron Australia, Nueva Zelanda, y la Polinesia. La única excepción en el siglo XVI la constituyó el descubrimiento, realizado por el piloto Juan Fernández, del archipiélago que lleva su nombre en noviembre de 1574, hace justamente cuatro siglos. Quizá como una especie de compensación por su renuncia prematu– ra a la Oceanía, para España América se empezó a transformar de vía o medio, en una justificación por sí misma. Las fabulosas especias, tan codiciadas desde la Edad Media y las Cruzadas, sin ser del todo olvida– das fueron momentáneamente superadas por las promisorias riquezas "Retamal Favereaux,Julio, conferencia citada. 9 0

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