El mar en seís dimensiones: científica, técnica, política, jurídica, histórica, estratégica

EL MAR EN SEIS DIMENSIONES I p, Arana y 0, Guzmán En suma, la potencialidad mínima total que ofrece esta comunidad de especies, es del orden de 1,354.000 ton. anuales, lo que viene a re– presentar un 460/. de aumento sobre los actuales desembarques. Entre los recursos demersales, los que tienen más amplia distri– bución son las merluzas y los congrios, que conjuntamente con otras especies, totalizan un potencial anual cercano a las 262.300 ton., re– presentando un 181% de aumento sobre las actuales capturas. (Tabla VI. Fig. 6). El caso de los mariscos es espectacular. De 81.700 ton. que se produ– cen en estos momentos, es posible llevar las capturas hasta 5.366.000 ton. anuales, basadas principalmente en el krill. Aún sin considerar a este último, las capturas serían del orden de las 366.500 ton. anuales, lo que da un 348% de aumento, que corresponden fundamentalmente a los mitílidos de la zona austral. Otros mariscos de gran importancia son el loco y el erizo, ambos de amplia distribución geográfica. Además se dispone de una gran variedad de algas, siendo las más importantes las del género Macrocystis y Gracilaria. No cabe duda que su potencial estimado no reneja ni remotamente la realidad, pues países como Francia, con 3.000 km de costa, tienen una producción anual de algas laminariformes que alcanza a las 25.000 ton. En los Esta– dos Unidos, la empresa Kelco, de San Diego, procesa anualmente 130.000 ton. de Macrocystis. Es de imaginarse entonces el potencial que pueden tener las algas en nuestro país. Sin embargo, su explotación encierra algunos riesgos que es necesa– rio considerar muy seriamente. Las algas juegan un papel de gran im– portancia en la ecología sublitoral. Además de enriquecer el medio sirven como alimento, refugio y colector natural a numerosos huevos, larvas y estados juveniles de especies que tienen un alto valor comercial. Entre éstas tenemos el loco, el erizo, las jaibas, la centolla y una gran variedad de peces costeros. Es así como en las costas de California, se ha constatado que la regresión de las praderas de Macrocystis, causa– da por una fuerte sobreexplotación, que tuvo efecto entre los años 1957 y 1959, se vio acompañada de una sensible disminución de peces y ma– riscos. En 1963 nuevamente su abundancia aumentó en forma espec– tacular, debido a que las praderas fueron restauradas. En gen4~ral las algas, aunque muchas veces no son indispensables para la supervivencia de las especies que cobijan, permiten un aumento considerable de su biomasa, constituyendo un medio muy eficiente para la valorización de las costas. Es por estas razones que antes de iniciar la explotación masiva de ellas, y en especial de las pardas, es necesario efectuar estudios biológi– cos y ecológicos, a fin de evaluar exactamente el efecto que produciría tal acción en el equilibrio del ecosistema. Por último, como si las perspectivas que ofrecen los recursos que se encuentran en estado natural fueran pocas, existe la posibilidad con- 48

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