Una cancillería para el próximo milenio: proposiciones sobre política exterior chilena de los candidatos a la presidencia de Chile
Hay que atacar el desánimo o falta de motivación que se observa a menudo en este Ministerio. Es necesario concretar mecanismos para dar "tiraje a la chimenea" para evitar que los funcionarios del servicio, especialmente los de menor rango, permanezcan un promedio de 10 o más años en un mismo grado. Quizás se puedan concordar fórmulas de permanencia máxima en cada grado y el paso a un escalafón de complemento de quienes no asciendan por razones de capacidad. El sistema de calificaciones podrá ser también perfeccionado. Resulta imperativo introducir cambios con transparencia y sin arbitrariedad. Por otra parte, se requiere también dar cuenta de las nuevas realidades y aspiraciones, entre las que se incluyen un importante contingente de profesionales de las relaciones exteriores, altamente calificados y con experiencia, que no perteneciendo al Servicio Exterior debe continuar haciendo su aporte a una Cancillería moderna y profesional. Igualmente es necesario dar un mayor acceso al servicio en el extranjero a personal idóneo DPT, administrativos y auxiliares. La Academia Diplomática merece un párrafo aparte. Debemos atraer a los mejores al Servicio Diplomático y seleccionar con rigurosidad y agresivamente en todo el país al mayor número posible de postulantes. La ACADE debe ser un gran centro de educación superior y de capacitación y reflexión avanzada. Ya ha dado pasos en este sentido, aunque pienso que puede lograr una verdadera revolución en la capacitación y en la formación de profesionales del más alto nivel, y en la reflexión intelectual orientada a los temas concretos del quehacer internacional. La excelencia es la clave de todo el proceso de modernización. Una última reflexión. Soy crítico de nuestra institucionalidad de Cancilleria porque creo que podemos hacer mucho más y no estamos aún a la altura de los complejos desafios que enfrentamos como país en el esceñario global. Pero, no soy de los que sustentan una visión "autoflagelante" de nuestra diplomacia. Necesitamos una visión balanceada y desprejuiciada de los logros y las muchas carencias de nuestra Cancilleria, para atacar las debilidades con decisión y liderazgo, de manera que tengamos una instituciónalidad externa moderna, eficaz, participativa y conducente a la concreción de los objetivos de política exterior. Este es un imperativo absolutamente esencial e impostergable para enfrentar los complejos desafios internacionales del nuevo milenio, y, para fortalecer nuestro desarrollo democrático interno. 51
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