Una cancillería para el próximo milenio: proposiciones sobre política exterior chilena de los candidatos a la presidencia de Chile

Nuestra política exterior debe estar firmemente asentada en los valores democráticos, que son Jos únicos que garantizan la participación del pueblo en las grandes decisiones que le atañen. Entre ellas, la forma en que el país se relaciona con el resto del mundo. Una política exterior que no considere 10 anterior constituye una categÓrica transgresión a las voluntades ciudadanas que hicieron posible. en una sociedad democrática, al régimen político que la aplica. Por ello debe existir una constante auscultación ciudadana en tomo a la dirección que, en un momento determinado, se le está dando a los delineamientos de las relaciones exteriores. Distintos conflictos internacionales, algunos de ellos de envergadura, se resuelven sin pedir opiniones, manejándolos en cenáculos de expertos que sugieren políticas trascendentes sin considerar cualquiera otra la participación. En los últimos meses hemos sido testigos de algunos de estos conflictos. Sea cual fuera la posición que se tenga con relación a algún caso en particular, la conducta formal, habitualmente seguida por el ejecutivo y por la Cancillerí<;t obvia la consulta, elude la opinión discrepante. considerando válida sólo su postura amparándose en la autoridad que la ley le confiere. Frente a este tipo de hechos, debe haber manera de ampliar la base de sustentación de las conductas que los resuelven. así como la debe haber para otras materias igualmente sensibles en las cuales el sólo hecho de ser gobierno no califica, menos aún si el marco constitucional en el cual todo se desenvuelve no es lo suficientemente democrático. Así también, nuestro país debe promover los valores democráticos entre las demás naciones, no pretendiendo erigirse como un custodio de valores que no practica, como lo hacen otras naciones, sino como una conciencia más entre las naciones que ayude a consolidar la vocación democrá1;ica del planeta e intente impedir las asonadas autoritarias que responden a intereses de minorías influyentes. Nuestra política exterior debe considerar la solidaridad entre los pueblos como un valor inalienable de su proceder. Y la solidaridad no sólo es competente en el campo de la ayuda humanitaria o en el de la transferencia tecnológica. También lo es cuando se trata de proteger la cultura y la identidad nacional propias y de países débiles o vulnerables a la penetración de las grandes potencias. El tercer .punto que se refiere a la solución pacífica de los conflictos y controversias entre las naciones es bastante conocido para abundar sobre él, sin embargo no está demás recalcarlo en una época en la cual los avances técnicos. cuya máxima expresión se reconoce en la industria militar. han llevado a que las conflagraciones se desarrollen con una 30

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