Los estudios internacionales en América Latina: realizaciones y desafíos
Los ESTUDIOS INTERNACIONALES EN AMÉRICA LATINA Así, si bien es cierto que la Revolución cubana adquirió un nue– vo status al formar parte de las relaciones entre Estados Unidos y la Unión Soviética, quedó claramente definido que el estableci– miento de nuevos gobiernos socialistas en América Latina no sería tolerado por Washington. En ese sentido la distensión Este-Oeste ha tenido una influencia sumamente relativa en la región. En pri– mer lugar significó la afirmación del statu quo; en segundo Jugar, si la distensión favoreció la diversificación de las relaciones de los países miembros de los bloques, ello se expresó tardíamente en la región, limitándose a medidas de política exterior en ocasiones simbólicas, tal como la apertura de relaciones diplomáticas con China una vez que ésta fue admitida por las Naciones Unidas a fi– nales de 1972. El concepto de "fronteras ideológicas" imperó en las relaciones interamericanas, siendo significativo que no fuera si– no hasta 1975 cuando se aprobó la resolución de dejar en libertad a los Estados miembros de la OEA para reanúdar relaciones con Cu– ba, derogando en la práctica la resolución aprobada en Washing– ton en 1964. De hecho, desde la Revolución cubana, diversas ten– tativas de transformación político-social, tanto a través de la vía reformista como revolucionaria, fracasaron, imponiéndose una ten– dencia autoritaria y conservadora expresada por la intervención de los militares aún en los países de la región que conocieron un de– sarrollo institucional considerable, como Chile y Uruguay para mencionar sólo dos ejemplos. En los últimos años, y en un contexto de ausencia de seria ame– naza interna y externa en América Latina y de crisis moral en Es– tados Unidos, provocada por el impacto de la Guerra de Vietnam, Watergate y las revelaciones sobre la intervención en Chile, el Presidente Carter ha intentado replantear el papel de Estados Uni– dos en el proceso de democratización de América Latina. Es inte– resante notar que esta actitud coincide con el agotamiento en América Latina de las soluciones militares a la crisis social y el ini– cio de un proceso de apertura política dirigida por fuerzas mode– radas aceptables para Washington. Sin embargo, las expectativas de cambio que suscitara la llegada al Poder de la Administración Carter se han visto desmentidas por los acontecimientos. La qctitud de la Casa Blanca a lo largo de la crisis nicaragüense resulta un buen ejemplo no sólo de una eva– luación errónea de las fuerzas en juego, sino de la ausencia de una disposición a aceptar, y aún apoyar, políticas nacionalistas, poten– cialmente antinorteamericanas. Queda claro entonces que Estados Unidos no está dispuesto a aceptar cambios significativos en la vi– da interna, sobre todo de aquellos países considerados más vitales para el interés nacional. Podría seguirse explorando los diferentes niveles de análisis de las relaciones internacionales de América Latina a los que se alu- 138
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=