La estrategia y práctica de las negociaciones internacionales
LA ESTRATEGIA Y PRÁCTICA DE LAS NEGOCIACIONES INTERNACIONALES no se conforma solamente con una compensaclOn económica. Tam– bién suele exigir un precio político. Aquí entramos de lleno en uno de los más peligrosos aspectos del imperialismo disfrazado. Africa, Asia y Latinoamérica han sufrido ya casi todas las etapas del imperialismo. Este fenómeno, mirado en una perspectiva histórica, ha estado presente en todas las culturas, al punto de que uno se habría pre– guntado si el modelo no estaba cercano al agotamiento al iniciarse la era del átomo y de la conquista espacial. Sin embargo, es preciso reco– nocer la aparición de formas nuevas de imperialismo que se distin– guen ahora nítidamente. Una es el colonialismo tecnológico, que amenaza a los países en desarrollo relativo y a los países pobres. La de– fensa requiere precisamente de los inmensos recursos financieros de que carecemos para desarrollar nuevas tecnologías. La otra manifes– tación actual es en cierto modo recesiva: una especie de neocolonia– lismo ideológico que se ha venido expresando en la exportación de viejas recetas políticas, o de moral manipulada. No se trata, en este caso, de la ayuda económica aparejada de ciertos factores concomi– tantes perjudiciales para la soberanía; se trata del intervencionis– mo abierto respaldado por la presión económica y aun por la agresión económica. Es una vuelta a las más crudas formas de la violación del principio de la no intervención. Una de las más arbitrarias ex presiones de esto se ha venido confi– gurando en los organismos internacionales en que los países en desa– rrollo son miembros que han aportado recursos de capital. Las Car– tas Constitutivas de dichas entidades -que son tratados internaciona– les ratificados por los Gobiernos de los países miembros- estable– cen que la evaluación y aprobación de los proyectos para los cuales se solicita financiamiento se efectuará según criterios de factibilidad técnica, económica y financiera. No obstante, en repetidas oportuni– dades hemos tenido que denunciar el rechazo político que en los Di– rectorios de estos organismos se ha formulado por los representantes de Gobiernos de países miembros, de proyectos cuya factibilidad ha– bía sido establecida y aprobada por el personal profesional de dichas entidades. Los resultados positivos de la política económica y la dignidad de nuestro gobierno para cautelar nuestra soberanía, nos han permiti– do afrontar estos problemas que configuran un cuadro de deterioro de las relaciones entre los países en desarrollo y algunos países in~ dustrializados. Es posible que aún tengamos que sufrir más dificul– tades de esta especie. Nuestra experiencia indica que estas adversi– dades fertilizan la creatividad y fortalecen la determinación de los países dotados de vocación de permanencia histórica. 58
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