Relaciones Chile-Brasil en la década de los noventa
RELACIONES CHILE-BRASIL EN LA DECADA DE LOS NOVENTA partiendo desde muy abajo, abrieron las compuertas de la libre empresa hacia el mundo exterior. ¿Algo en común? Para nuestros efectos, sí: que cada uno lo hizo por su cuenta, con el extraordinario esfuerzo y sacrificio de su propio pueblo en asociación con la acertada dirección y vigoroso apoyo de sus visiona– rios gobernantes. Por el otro lado, tenemos el esquema de la Comunidad Econó– mica Europea, cuyos países, vencedores y vencidos de la última guerra, optaron por iniciar un camino conjunto hacia un mercado común, que terminará por transformarse a fines del año 1992 en un bloque económico mundial de primera magnitud. De ambos sistemas -el despegue individual y aislado de unos, versus el colectivode los otros- nuestros países en desarrollo inter– medio deben extraer lecciones, que constituyen ya una evidencia empírica suficiente para respaldar la teoría económica en aplicación. El informe del Banco Mundial referido al año 1990, concluye que los factores para lograr un desarrollo acelerado -y esta velocidad quisiera definirla como la duplicación del producto en no más de diez años- son u~a integración plena a la economía mundial, una microe– conomía muy competitiva dentro de una macroeconomía estable y una gran inversión en "el perfeccionamiento del capital humano. El primer elemento es el que ahora nos interesa y que se ha dado en llamar la globalización de la economía, término que -a nuestro juicio– denota más bien un meta a la que convergerían las economías exte– riores de los países en etapas sucesivas, haciendo internacionales sus propias economías. y aquí hemos llegado al punto que quisiéramos ahondar: la internacionalización de la economía chilena, como proyecto de de– sarrolloestratégico nacional, viendo en qué forma podemos coincidir con Brasil. El tema lo iremos desarrollando desde afuera de nuestro país, hacia adentro. La importancia fundamental que están adquiriendo las relacio– nes económicas internacionales en desmedro de las confrontaciones ideológicas que presionaron al mundo hasta hace poco, ha lIevadó a la convicción de que el crecimiento que todo país requiere, especial– mente los que están en vías de desarrollo, pasa inexorablemente no sólo por la más amplia apertura económica al exterior, sino por la inmersión completa del país en el ámbito internacional. Esto signifi– ca, digámoslo en términos inequívocos, movilizar las fuerzas internas de la nación según las señales provenientes del exterior. /62. /
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