Relaciones Chile-Brasil en la década de los noventa
RELACIONES CHILE-BRASIL EN LA DECADA DE LOS NOVENTA defensa del status de las protecciones existentes tienen gran impor– tancia y fuerza. A esto se añade la natural inercia que tenemos los seres huma– nos al cambio de las circunstancias. Así, no es fácil comprender cómo funciona la economía de mercado competitiva no solamente porque afecta nuestros intereses directos sino porque -como lo señaló tan claramente José Mindlin en el ejemplo de los precios, cuando hay generaciones acostumbradas a que el precio se fija y ese es el que creemos legítimamente que debemos vender y los consumidores creen que ese es el precio natural que tienen que pagar y a lo más piden que sea controlado por el Estado- cambiar ese concepto de precio por el precio que el mercado esté dispuesto a pagar es difícil. Es un cambio complejo que genera grandes resistencias entre los actores que estamos involucrados y que se traduce también en presiones políticas que hacen que sea difícil que los gobiernos man– tengan esa voluntad de innovar. En una democracia hay que darle cabida a todas las expresiones de la voluntad popular y esa voluntad se siente presionada e influenciada por estos grupos de presión. Por lo tanto, al analizar las perspectivas empresariales de nues– tros intercambios y nuestras relaciones con Brasil, tenemos que reconocer que habrán demoras de todas maneras. Pero al mismo tiempo tenemos que saber y reconocer que el cambio es ineludible; se podrá demorar pero el cambio va a llegar. Tanto es así que no creo que exista ningún extranjero o más aún que hayan inversionistas locales en nuestros países, que estén pensando en hacer una inversión de largo plazo basándose en una protección existente. Eso, a mi juicio, define un poco nuestra propia reacción subconciente al reco– nocimiento de que el cambio no se puede evitar, aunque se vaya a demorar. Por otra parte, pienso que el sector empresarial debe preparar– se para ser un actor fundamental en estas transformaciones que se están produciendo. Lo primero de todo -también lo señaló muy bien José Mindlin cuando se asombró de que alguien no conociera Sao Paulo- creo que es conocer más el uno del otro. Es cierto que nos conocemos a través del comercio, pero debemos hacerlo mucho mejor empresarialmente. Curiosamente sabemos mucho más, a ve– ces, de las empresas de nuestros ámbitos en Europa, Estados Unidos o hasta en A~ia, y en cambio somos notablemente ignorantes de lo que son las empresas dentro de América Latina. Al conocer las /56/
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=