Relaciones Chile-Brasil en la década de los noventa

RELACIONES CHILE-BRASIL EN LA DECADA DE LOS NOVENTA civiles que vienen después de ellos fracasaron y fueron sustituidos por gobiernos castrenses que se prolongan, con resultados muy dispares, en Brasil desde 1964 hasta 1985 y en Chile desde 1973 hasta 1990. Mientras el brasileño, a pesar de sus éxitos' iniciales, fracasa como los políticos civiles que les precedieron, en Chile se da el caso único de un gobierno castrense que entrega a los políticos civiles un país floreciente. Lo que sigue no es historia. Es actualidad política. No obstante, el paralelismo persiste de un modo llamativo. En términos generales puede decirse que en ambos,países las Fuerzas Armadas se limitaron a gobernar, mejor o peor que los civiles. No es el momento de pronunciarse sobre ello. El hecho es que en el plano institucional no dejaron tras de sí un régimen de gobierno. En consecuencia los políticos civiles que le sucedieron, un Sarney, un Collor de Mello o un Aylwin, no pudieron evitar encon– trarse ante este vacío institucional al hacerse cargo de] mando. Por otra parte, tienen bastantes' problemas urgentes y éstos amenazan con absorber toda su atención. De ocurrir así, este primun vivere puede llevar:les a hacer un gobierno mejor o peor que los castrenses, pero, al igual que ellos, falto de respaldo institucional sólido y per– manente. En esta situación, su subsistencia puede tornarse proble– mática, sobre todo si no áciertan a conciliar el gobierno de partido con los grandes intereses'del país o, si se quiere, la democracia con la eficacia.' Al respecto no'está demás recordar' que los gobiernos castrenses de Brasil y de Chile no fueron 'derribados, a pesar de las présiones externas e internas. Dejaron paso a los políticos civiles por propia decisión y en las condiciones que ellos mismos fijaron. Por eso, sin ir más lejos, la transición fue más fluida de lo que se esperaba. En esta hora del ocaso de las ideologías, los brasileños con su patriótico pragmatismo no excluyen por principio nada que pueda engrandecer a su país. Lo que les lleva a volver los ojos a la monar– quía, como una posible instancia moderadora entre los políticos civiles y las Fuerzas Armadas, extremadamente sensibles al deterioro de la situación interna y externa del país bajo el gobierno de su partido. Tal es, al menos, una explicación para este plebiscito que, ¡ por mandato de la Constitución de 1988, debe celebrarse enBrasil en 1993 a fin de decidir entre la República o una monarquía parla- mentaria. 14 . 14Constitu¡;aOda Republica Federativa do Br37.il (1988), art, 2 transitorio. Ver nota 13, 1441

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