Relaciones Chile-Brasil en la década de los noventa

Amaury Porto de Oliveira Es una audacia que un brasilero hable del Pacífico; para los chilenos, el gran océano es la casa ancestral y baña toda la historia de la nación. Para los brasileros, el Pacífico ha sido poco más que una designación geográfica. No obstante, el hecho es que Chile y Brasil comienzan a tener intereses conjuntos en el Pacífico. Está de moda decir que el centro neurálgico del mundo se está desplazando del Atlántico hacia el Pacífico o que el próximo siglo será el Siglo del Pacífico. No se necesita explicar el por qué de tales afirmaciones, ni tampoco recordar que ellas se refieren básicamente a la Cuenca del Pacífico Norte. Es un hecho melancólico, pero no por eso menos real, que los bordes latinoamericanos, aun cuando estén situados al Norte del Ecuador, no están en la mente de los que proclaman la nueva era del Pacífico. De la necesidad de comenzar a corregir tal situación es que se ven surgir áreas de trabajo común para Chile y Brasil. En un mundo de economías crecientemente interdependientes que será el de los años noventa, el hecho de estar Brasil orientado hacia el Atlántico deja de ser decisivo para la determinación de los reales intereses del país. En el marco de un tipo de relaciones internacionales en que el elemento dinamizador se habrá transferido de la esfera político-militar ~on un énfasis en la localización geográ– fica- hacia el terreno del desarrollo económico y social, estos intere– ses vendrán a estar cada vez más en función de opciones económicas y de graduación tecnológica. En la organización de la economía mundial, hoy se habla mucho de megabloques comerciales. Tres de enos son mencionados como desarrollos que aún no han sido llevados a cabo: la Europa unificada de después de 1992; el área de libre comercio de Estados Unidos-Ca– nadá-México en América del Norte; y el megabloque del Pacífico. Este último es postulado en un impulso por así decirlo de simetría, producto de la elaboración de la mente humana, puesto que los hechos identificables en la Cuenca del Pacífico Norte no corroboran /251/

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