Relaciones Chile-Brasil en la década de los noventa

JAVIER ILLANES FERNANDEZ En los tres lugares habilitados actualmente, el empalme se hace por rutas totalmente pavimentadas hasta la ciudad de Corrientes. En Corrientes se forma un verdadero punto de convergencia. Desde allí en adelante y después de cruzar el puente sobre el río Paraná, la vía se canaliza siguiendo el recorrido Resistencia-Salta– Antofagasta o Iquique. El pavimento se interrumpe al Occidente de Salta, cuando se inicia el cruce de la Cordillera de los Andes, para volver a retomarse en San Pedro de Atacama, ya en Chile. Desde allí continúa sin interrupciones hasta la costa. El cruce de Los Andes merece aclaraciones adicionales. Es cierto que la ruta nacional N°51 entre Salta y Paso Sico, en el límite chileno-argentino, sólo se encuentra pavimentada en un tramo de aproximadamente 10 kilómetros y que más allá se transforma en un camino de grava o de tierra con numerosos tramos angostos y mal alineados, que no son aptos para el tránsito de camiones pesados; pero también es igualmente cierto que es posible obviarlos utilizando para ello el muy buen camino de J ujuy a Paso Jama, hasta el empalme con la ruta provincial jujeña N°70y seguir por ésta hasta su cruce con la mencionada ruta N°51, y de ahí entrar a Chile por Sico. La variante descritá no presenta mayores problemas a paso de camiones de gran tonelaje, como quedó demostrado en 1989 cuando se la utilizó para trasladar equipo pesado para ENAP hasta el Salar de Atacama, en Chile, proveniente de Paraguay. La unión carretera entre Antofagasta y la costa atlántica brasi– leña representa un recorrido total que oscila entre los 2.500 y 2.800 kilómetros, dependiendo de si se toma como extremo Este a Porto Alegre o Río Grande. Por último cabe destacar que la vía por el puente internacional Tancredo Neves posee una muy buena orientación general y distan– cias considerablemente menores, en términos de conectar Antofa– gasta y el Pacífico con la región de Sao Paulo. Oferta actual Sobre la base de lo expuesto hasta ahora, se puede decir que la oferta propuesta, en lo principal, se traduce en una reducción considerable de la navegación que se necesita para acceder a los grandes y diná– micos mercados del Pacífico, con las consiguientes ganancias de tiempo; en la utilización de buenos puertos en la costa de ese océano, /211/

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