América Latina: ¿clase media de las naciones?
ble el oxígeno necesario para que las comunidades que conforman la. unidad nadon¡Jil tengan vigencia. Esta diversific.adón en el proceso dd desarroLlo es un regreso a la independencia o a la autonomía del ser humano que desea vivir de acuerdo con sus t'Ni.diciones culturales, cón la ecología, con -el medio al cual pertenece, en una palabra, dentro de una dimensión humana. La nación está perdiendo su valor de cHe– goria absoluta, globalizante, porque el hombre, la mujer, el ser huma. no está emergiendo con sus derechos inalienables. La única forma en que un pueblo puede llegar a desarrollarse 110 es copiando a otros en un proceso de uniformidad creciente, sino ro– busteciendo su propia unidad, su propia entida¿ cultural. Es reflexio– nando, investigando, creando, dando un rol superior a la ciencia, a la preparación humana en funcÍónde una permanente e integral ViSlÓlí crítica de nuestras sociedades. EL DESTINO DE AMERICA LATINA Estoy convencido que América Latina ya no habrá vivido para sí el siglo XX. Quiero decir con ello, que pasaremos directamente del siglo XIX al siglo XXI. En último análisis, la mayor garantía que tengo, para creer que así será. es que para nosotros ello es vital– mente necesario. Entrar de pLano al siglo XXI nos significará pasa'! por encima, saltar una forma de desarrollo que ha herido al hombre y a la naturaleza, que se centró más en las cosas que en las personas, que respetó más a quien adquiría que a quien creaba, que puso el me. morándum por sobre la poesía, al currÍCulum.vitae por sobre la bio– grafía, a la máquina por sobre quien la trabaja, y a la fuerza sobre la ley y el derecho. Grupos cada vez má.s numerosos y organizados del occidente de. sarrollado comprenden la urgencia de cambiar el rumbo tornado du– rante este siglo y construir un futuro diferente. Esos grupos tienen creciente influencia. Sucesivamente van trizando los valores que sostu– vieron el estilo de desarrollo de esta centuria. En nuestra cultura, en esta cultura del encuentro indígena, hispa– no y africano, están enr-aizados valores, con muchos siglos de perma. nenda que aman lo pequeñ'o, que viven de lo humano y de 10 divino, que aman sin miru el colQir de la pid, que necesitan poesía en las co– sas y en los hechos, que conocen la magia de la vida, que sienten una relación simbiótica con la naturaleza, para los cuales la ecología es más que una ciencia, es una experiencia vital, diaria. Así es como es· toy convencido que nuestro destino no es y nuestro pasado no ha sido crear nuevas formas de producir más bienes, sino dar un senti. do humano a esa producción donde los bienes satisfagan más las neo cesidades que los deseos. 44
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