América Latina: ¿clase media de las naciones?
Por su parte, los Estados Unidos, como también Europa, Japón y otras naciones, no pueden dejar de observ:ar con interés la potencia– lidad latinoamericana y las eventuales conveniencias de algún tipo de entend1miento especial con la región. El solo indicador de la depen. dencia estratégica de materias primas de estas naclones debía ser lo suficientemente elocuente. 26 En el plano del pragmatismo de las rea. lidades económicas incluso las diferencias politims tenderían a mini_ mizars'e. Desde el punto de vista de su viabilidad, un esquema de esta na– turaleza no encontraría dificultades' mayores en la relación entre Amé. rica Latina y el Ter-cer Mundo,como de hecho no las ha encontrado hasta ahora en el ejemplo de BrasiL La razón es que ya se ha hecho tarde para concebir una alianza entre la élite industria;}izada y Amé. rica Latina que sea sustitutiva de la íaHanza general ya pactada con el Tercer Mundo. En este sentido, América Latina no dejaría ni podría dejar de pertenecer al Tercer Mundo; se trataría de un esquema como plementa:rio y no sustitutivo. En principio, cabría pensar que el mayor 'Obstáculo podría enCOll– tfalrse en el plano de las concepciones respectivas de la élite y de América Latina, pues parecería absurdo intentar compatibilizalr el cos– mopolitismo con el nacionalismo a que se ha hecho referencia. Sin em. bargo, nuevamente un examen pragmático de la realidlad puede llevar a una apreciación diferente. En América Latina se da una curiosa mezda de nacion:a:lismo político con internacionalismo económico, en que varios países conciben su progreso político bajo formas autori. tarias de gobierno, pero en el marco de una política económica muy liberal que aspira a la iotegr.alCión económica plenamente internado– nal, fundamentada en las leyes del mercado. De esta manera, se puede hablar si-n contradicción de un "nadoo'alismo cosmopolista", 10 pri. mero referido a lo político y 10 segundo a lo económico. En la me– di,da en que el cosmopolitismo que postula la élite respete ese marco poUtico, no encontrará dificultades en el plano económico pues en el hecho responden a una misma con~epdón. aun cUill:ndo su grado de intensidad sea difer,ente ,en uno y otro caso. mayo de 1976. Para diversas alternativas de relación con Estados Uni· dos, véase Roger "Relaciones económicas entl"e los ~tados Unidos y América Latina. Bilaterales, regionales o globales", Estudios Internacio· nales, N9 31, julio-septiembre 1975, pp. 59-99. 26 Heraldo Muñoz: "Dependencia estratégica y no·estratégica: materias primas y relaciones en la perspectiva de la crisis petrolera", Estudios In– ternacionales, N9 33, enero-marzo 1976, pp. 71-108. 3.- América latina: ... 33
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