América Latina: ¿clase media de las naciones?

y desempleo que enfrentan aquellos países. La idea de utilizar al Ter– cer Mundo como un factor de estímulo para incrementar la demanda efectiva por las manufacturas y los bienes de capital producidos por los centros y, de esta manera, estimular en ellos el crecimiento y pleno empleo -conjuntamente con algunas concesiones efectuadas en el cam. po del financiamiento y las materias primas- no resolverá en defini. tiva los viejos problemas que han afectado las relaciones Norte-Sur ni hará posible un diálogo du!'r.dero, en la medida en que continúa res– pondiendo a· objetivos de corto plazo, y repose sobre la presunción de que la actual estructura de las relaciones económicas internacionales debe ser mantenida. En efecto, si bien una estrategia de este tipo podría dar buenos re. sultados en términos de crecimiento a corto plazo tanto en los centros como en la periferia, si no se introducen transformaciones estructu. rales en las relaciones económicas internacionales entre ambos grupos de países, a poco andar volverían a plantearse los viejos problemas derivados de la existencia de relaciones profundamente asimétricas entre ellos, y de la subsistencia de las distorsiones y ba.rreras que actualmente afectan. a los mercados internacionales y de reglas del juego que dis. criminan sistemáticamente en contra de los intereses de los países en desarrollo. En definitiva, aquellos problemas son la consecuencia de deficien. cias estructurales en las relaciones Norte.Sur. Un Plan Marshall global, como el que desde ciertos ángulos del norte ho·y se propone, podría atenuarlas ü disimularlas aurante algún tiempo, pero no corregirlas en forma duradera. Si bien la expansi6n podría generar un programa de este tipo, en el corto plazo podría facilitar la adopci6n de las medidas de ajuste que se necesitan en el interior de)as economías industrializa. das y la introducción de cambios estructurales en las relaciones cen· troperiferia, sus resultados serán precarios y engañosos si dichas me. didas no se inspiran desde un comienzo en una visi6n de largo plazo. Lo importante es que mientras se adoptan acciones encaminadas a apro- vechar las oportunidades que brinda la mutualidad de intereses existen. ~ tes en el corto plazo, los países industrializados no pierdan de vista la necesidad de aceptar reformas estructurales en el plano de las re– ¡'aciones Norte.Sur, en un horizonte de tiempo más largo. El desconocimiento de esta necesidad puede dar lugar a un diálo. go de sordos en detrimento, fundamentalmente, de los países en vías de desarrollo. Un buen ejemplo del diálogo de sordos que puede pro. ducirse si no se adopta una perspectiva global, como ·la que aquí se sugiere, se encuentra en la propuesta formulada por los Estados Uni. dos en Nairobi con el objeto de establecer un Banco Internacional de Recursos en respuesta a la aspiración planteada por los países ende. sarrollo en' el sentido de adoptar un Programa Integrado de Produc.

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