Corea, perspectivas desde América Latina: IV encuentro de estudios coreanos en América Latina

Aguirre Turrinj, C. arrastrado desde el siglo XV: En una primera etapa, España y Portugal se dis– putaron el mundo a través de las bulas papales. Posteriormente, la derrota de la invencible armada española posibilitó que franceses, ingleses y holandeses se lanzaran hacia la carrera colonizadora. Por último, las guerras en el continente europeo afectaron a los franceses y los holandeses renunciaron a expandir sus horizontes, ante lo cual Inglaterra quedo como única potencia (Muir, 1941). La evolución de la hegemonía del proceso estuvo acompañada por un cam– bio en las estrategias de dominio: Mientras los portugueses y españoles fueron despóticos e impusieron su cultura y religión a los pueblos dominados, además de reservarse el monopolio exclusivo de todo intercambio comercial con sus colonias, los holandeses e ingleses se mostraron más tolerantes ya que sus fines eran estrictamente comerciales (Muir, 1941). Sin embargo, tras la emancipación de las trece colonias y el posterior esta– blecimiento de las repúblicas latinoamericanas, pronto comenzaron a mani– festarse los inconvenientes de las colonias,. A oídos europeos, las palabras de Turgot encerraban gran sabiduría: "las colonias son como la fruta, se adhieren al árbol materno solo hasta madurar". Jeremy Bentham (1748-1832) lo comprendió rápidamente y, en su "Manual of Political Economy" escrito en 1784, da cuenta de una postura crítica frente a la forma en que se conduce el proceso: Cuando quiere probarse que las colonias son una fuente de beneficio para la madre patria y cuando se pretende valorar el monto del benefi– cio, al modo de cálculo al que se recurre es muy curioso. Se contabilizan todas sus exportaciones, o sea, la casi totalidad de su producción. Todo esto, se dice, os pertenece mientras poseáis colonias, y es exactamente eso lo que perderéis si perdéis vuestras colonias. De todo esto, ¿qué es lo que realmente os pertenece? Ni un céntimo. Cuando las colonias os dejan sacar estos bienes, ¿lo hacen gratuitamente? Seguro que no; os ha– cen pagarlos, exactamente como haría otro país. ¿Cuánto? Tanto como si estos bienes perteneciesen a las colonias o a cualquier otro país (Merle y Mesa, 1972: 191-192). do pese a las vaguedades del término. Al respecto, Daalder (1974) señala: "La palabra imperialismo está a merced del que la emplea. Su significado se ha debilitado por el uso frecuente y emocional, pero si el abuso la ha inutilizado corno instrumento intelectual, la ambigüedad resultante no ha disminuido en absoluto su fuerza corno slogan político." IV Encuentro de Estudios Coreanos en América Latina 273

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