Corea, perspectivas desde América Latina: IV encuentro de estudios coreanos en América Latina
L6pez Aymes, J. F. EPB, el MF y el KDI. Esta situación reflejaba el relajamiento de la disciplina entre las agencias gubernamentales, lo que hacía que las divisiones fueran más vistosas. Por ejemplo, si un ministerio favorecía el mantener la política industrial (e.g., MC!) generalmente se topaba con ministerios que promovían una mayor participación del mercado en el desarrollo industrial (e.g., MF). Estos conflictos de enfoque se veían reflejados también en los think tanks afi– liados bajo su jurisdicción o influencia --e.g., KIET y KDI, respectivamente. La pugna de ideas era un reflejo de las nuevas condiciones de la economía política coreana. Para ilustrar el punto, el proceso de ajuste estructural a prin– cipios de los ochenta --que incluía la racionalización del sector automotriz-- fue muy clara la división entre el KDI que favorecía una solución de mercado y el KIET que se inclinaba por mantener la intervención gubernamental mediante la política industrial (Lew 1999: 138-44; ver también nota 8). Casi a finales de los ochenta, pese al tradicional aporte del KIET en la política industrial, dicho instituto no estuvo exento de divisiones internas en parte debido a la incompa– tibilidad de ideas entre sus investigadores. Con la intervención del presidente Roh Tae-woo, las pugnas intestinas del KIET se resolvieron con en la escisión de un grupo de investigadores que en 1989 formarían el Instituto Coreano para la Política Económica Internacional (KIEP, por sus siglas en inglés). El Re en la etapa del estado post-desarrollista Conforme Corea se desplazaba más hacia una economía de mercado a principios de los noventa, las corporaciones tenían mayor capacidad de fi– nanciar investigaciones más allá de su objetivo inicial de proveer a las com– pañías de información e inteligencia para consumo de su propia organiza– ción. En esta época, la sociedad urbana en Corea se proyectaba como una sociedad de la información y el conocimiento, por lo que el producto de las .investigaciones económicas y políticas ya contaba con un mercado más am– plio. Este incremento en la demanda de conocimiento fue un importante in– centivo para efectuar investigación y análisis de mayor escala y alcance. Es decir, el conocimiento comenzaba a convertirse en un bien del que se podía obtener un rédito aceptable para las empresas. De hecho, el propio gobierno comenzó a perfilarse como cliente de las investigaciones hechas por las uni– dades de investigación de los grandes conglomerados, convertidas en consul– toras. Esto trajo consigo una fuente adicional de competencia para los think IV Encuentro de Estudios Coreanos en América Latina
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