Corea, perspectivas desde América Latina: IV encuentro de estudios coreanos en América Latina

Formación y evolución del Régimen de Conocimiento y elproceso de desarrollo en Corea carácter de agencia pivote en la estructura del aparato gubernamental, el EPB controlaba la información de los demás ministerios y coordinaba las políticas dirigidas al propósito ya mencionado. De esta forma, el EPB se convirtió en el pilar organizativo del proyecto de desarrollo del presidente Park y, junto con la Oficina Presidencial (OP), su fuente más confiable de conocimiento para definir sus preferencias y tomar sus decisiones, ya que contaba con las mentes más brillantes disponibles en Corea en esa época (Choi 1991: 102). Una habilidad peculiar del presidente Park Chung-hee fue la de rodearse de expertos en las diferentes áreas del conocimiento y darles poder (Chung 1997: 393-9). Si bien es cierto que Park era quien tenía la última palabra en las Conferencias de Ministerios Económicos, también 10 es que su ambición y per– sonalidad 10 condujeron a esforzarse por entender la lógica de las políticas de crecimiento económico, escuchar y recibir retroalimentación de sus asesores y secretarios. Fue también lo suficientemente hábil como para propiciar sinergias intelectuales entre el EPB y el selecto círculo de secretarios económicos de la OP. De esta forma, entre el EPB, el MF y la OP se conformó el RC durante la década de 1960. De esta estructura tripartita, se produjeron las ideas y las propuestas de políticas que eventualmente serían instrumentadas por el resto de las agencias gubernamentales, las cuales se encargarían más bien de discernir y ejecutar po– líticas microeconómicas complementarias (Choi 1991: 95-7; Chung 1997: 395). Dicho lo anterior, el inicio del RC en Corea difícilmente se puede entender sin considerar la figura presidencial, particularmente en la era de Park Chung– hee. Al presidente Park se le suele criticar por su personalidad y su estilo de gobernar. Sin embargo, también se le debe dar crédito por fomentar la educa– ción (que nutriría la burocracia coreana por dos décadas) y por su interés en aprender y discutir los temas económicos con expertos; asimismo, se le debe reconocer por su visión, así como su capacidad de entender el contexto y ubi– car los estadios del proceso de modernización que lideraba. Por ejemplo, pudo advertir desde finales de los sesenta la necesidad de contar con un sistema que integrara la información y el conocimiento para facilitar la formulación de planes quinquenales de una forma comprensiva, coherente y teóricamente asequible, pero también políticamente consistente y prácticamente viable. Si bien la burocracia podía acceder y generar información fundamental, el pre– sidente vio necesaria la sistematización del conocimiento dada la creciente complejidad del proceso de modernización. Ese fue el origen del Instituto de 166 Corea, perspectivas desde América Latina

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