La zona económica exclusiva: una perspectiva latinoamericana

Reynaldo Galindol LA ZONA ECONOMICA EXCLUSIVA A LA LUZ... to por la indeterminación del carácter espacial de la zona llamada mar patri– monial, pues sugería derechos en los recursos (con base en el distingo entre derechos en la zona y derechos sobre la zona) colocaba a sus adherentes en posición similar a la de los países que con nombres distintos reclamaban la zona de doscientas millas de mar adyacente para efectos económicos y reco– nocían la libre navegación. Cuando se aclarÓ que los patrimoniatistas daban al mar patrimonial carácter espacial las dos posiciones devinieron una sola en cuanto al fondo. Esta es la tesis de la zona económica como zona sui generis que se ha debatido en la Tercera Conferencia del Mar, y que comporta dere– chos sobre la zona, es decir, con carácter espacial consistente en el distingo de la zona económica tanto respecto del mar territorial como de la alta mar. Otras regiones y países también participaron en la elaboración de la zona económica. Noruega y Canadá, seguidos pronto por Australia y Nueva Zelan– dia advirtieron que aquella zona iba bien para sus intereses. Pero el empuje de– finitivo vino de países africanos. Desde 1971 el Comité Jurídico Consultivo Afro-Asiático tomó posición favorable a la nueva zona. Este proceso llevó de Colombo a Yaoundé y Lagos (de 1971 a 1972) y culminó con la Declaración de la Organización de la Unidad Africana (Adis Abeba, 1973). El apoyo afri– cano cambió la balanza de fuerzas a favor de la zona económica. Incidental– mente dicho, porque la cuestión de los nombres es poco relevante para el caso, los africanos oficializaron el nombre de zona económica que venía siendo utilizado en consultas y discusiones informales tanto como en la correspon– dencia diplomática de la época, y que además ya figuraba en la lista de temas y cuestiones de la Tercera Conferencia del Mar. Durante los trabajos de la Comisión de los Fondos Marinos de 1972, Kenia formalizó su apoyo a la nueva zona. Aquel discurso keniano alumbró como la promesa para los que cruzaban el desierto. Pero desde 1971 alguien percibió penetrantemente el futuro. Desde 1971 el Embajador Augusto Espinosa de Colombia declaraba triunfante a la zona económica de doscientas millas. En aquellos años algunos países africanos optaron por algo más que la zona económica, por el mar territorial modificado cuya característica consiste en reglas de navegación que se inclinan más hacia el paso inofensivo que hacia la libre navegación. Algunos de estos conversos fueron más radicales que los predicadores, lo cual sucede con frecuencia. La agitación del espectro de un mar territorial de doscientas millas, con los consiguientes problemas entre grandes potencias navales y pequeños países, figuró entre las motivaciones conducentes a la transacción. Porque las grandes potencias hacen mal negocio cuando disputan con pequeños países. Nada iguala al ejercicio sosegado y re– conocido del poder. Ya decían los procesalistas medievales que vale más una transacción mediocre que un buen pleito. Hay un capítulo de las relaciones interregionales que ha recibido poca o ninguna atención, tal vez porque la correspondencia diplomática de esos años no está todavía al alcance de los estudiosos. Se trata de la campaña que los 41

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