La zona económica exclusiva: una perspectiva latinoamericana

Reynaldo Galindol LA ZONA ECONOMICA EXCLUSIVA A LA LUZ... consecuencias de los objetos jurídico-políticos en proceso de desarrollo. A ese efecto es más apropiado el enfoque histórico, que a través del examen de fac– tores actuantes, en particular los de tipo político, engarza los sucesos como partes de un proceso gestatorio y aprovecha, sin cederles plaza entera, ciertos enfoques y conclusiones formalistas. La acentuación de las diferencias, la consideración de intenciones y acuer– dos fuera de las circunstancias envolventes, la búsqueda minuciosa de palabras, particularmente de las nuevas, así como el sutil distingo de matices y tintes, se acomodan a los reclamos de paternidad y originalidad. Hay en ello cierto regreso al mito y a la mitología, cierto gusto por la generación espontánea, lo que parece satisfacer algunas ansias recónditas expresadas en el nacimiento de Artemisa con todos sus atributos, de la mera espuma del mar. El enfoque his– tórico, por el contrario, realza las similitudes y secuencias, y se atiene más al fondo que a los nombres, y a las intenciones y al contexto, más que al texto. Otro escollo es el enjuiciamiento de los sucesos pasados por medio de crite– rios válidos para el presente. Es frecuente leer -y explicablemente asombrar– se- cómo se juzgan los reclamos unilaterales de los años cuarentas y cincuen– tas como si se tratase de situaciones presentes. Dentro de tales enjuiciamien– tos se pueden poner todos los peros que se quiera. El caso es que lo que ac– tualmente se conoce con el nombre de zona económica era hace unos treinta años una criatura de viabilidad incierta cuya paternidad nadie disputaba. Lo que hoyes una victoria era por entonces una aventura de consecuencias cuya sanción mínima era el ridículo. Como la victoria tiene muchos padres, pater– nidades es lo que menos falta a la zona económica. La derrota, como es usual, hubiera llevado a distribución de culpas, errores de cálculo y deslices políticos. El caso escueto es que en la perspectiva de desarrollo histórico la zona eco– nómica tuvo su origen en el Pacífico Sur en 1947 Yhalló apoyo y versión eco– nómica en el Pacífico Central desde 1950. No nació con armas, vestidos y ba– gajes, como la Artemisa del mito, sino que tuvo gestación larga y lenta, con crisis y enfermedades que casi la consumieron en el polvo de los archivos. Los países pioneros se ataron las manos, ciertamente, con legislación y de– claraciones, y particularmente porque con acciones ,unilaterales promovieron opinión pública vigilante y hasta cierto punto militante. Aquellos actos unila– terales disminuyeron la flexibilidad tan necesaria en las negociaciones interna– cionales y por consiguiente restaron margen de maniobra en el proceso de conversión de los reclamos unilaterales en normas de aceptación general. Pero 'aquellas acciones impusieron políticas consecuentes a gobiernos sucesivos y proveyeron escudo protector frente a las presiones de las grandes potencias, que todavía por entonces se despachaban con gran frescura y poca o ninguna reacción internacional. Sin aquella pérdida de flexibilidad el pequeño grupo de pioneros pudo haberse disuelto en los años cincuentas y sesentas. Veáse por ejemplo, lo que ocurrió a algunas reclamaciones de la época, piadosamen– te olvidadas en inacción muy significativa. Para tener un panorama completo del proceso de formación y desarrollo de la zona económica hay que exami- 37

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