La zona económica exclusiva: una perspectiva latinoamericana

Juan M. Bakula I LA COMISION PERMANENTE DEL PACIFICO SUR •.. La investigación científica, El adelanto tecnológico, El intercambio de informacióli, El conocimiento de la realidad oceanológica, meteorológica y biológica, La investigación y el levantamiento topográfico del suelo y del subsuelo, La evaluación de los recursos, La explotación racional de los recursos vivos, La exploración y explotación de recursos no vivos, Las fuentes de energía, La navegación, El uso de los puertos, El inventariod,e las zonas costeras, La lucha contra la contaminación, La preservación del medio ambiente, La defensa del cuadro de vida, etc. etc. actividades que aisladamente o en conjunto, requieren e imponen una insepa– rable interdependencia entre el espacio oceánico y el Estado costero, que en la medida que esa interdependencia va de lo general a lo particular, se precisa más. y se hace más concreta cuando ambos términos se aproximan en el espa– cio. Dentro de una macrovisión, podríamos mencionar la vinculación del Es– tado individual con los Fondos Marinos; y en una microvisión, la dependencia del pescador artesanal con la inmediata y reducida ribera de la que extrae sus alimentos. A mitad de camino, encontramos la noción quizá más importante de la región marítima de carácter internacional, consecuencia directa de las dimensiones que tienen las zonas económicas exclusivas, que abarcan fenóme– nos marinos imposibles de controlar con el criterio de las antigual! fronteras. La interdependencia creciente de los pueblos adquiere, por eso, en relación con el mar una gravitación que era insospechada y que hoyes insoslayable. Dentro de los antiguos conceptos, los esfuerzos que ahora son necesarios se expresarían por medio de acciones independientes y aisladas, de cada uno de los países interesados. Sin insistir en el aspecto meramente geográfico, se– gún el cual las circunstancias con las que la naturaleza distingue a las diversas regiones del mar son independientes de las fronteras comunes o de la voluntad de los hombres, no hay duda que la eficacia de los esfuerzos que en el futuro se exigirán a los países en desarrollo, está condicionada por la limitación de su capacidad técnica, económica y humana. Más aún, la dimensión de esta em· presa puede ser superior a la capacidad de esfuerzo de países con grandes re– cursos económicos, desde que, por ahora, salvo alguna de las superpotencias, ninguna otra nación cuenta con medios financieros, con conocimientos cientí– ficos del mar y de sus recursos, con tecnología adecuada, con capacidad de personal y con eficiencia administrativa para aspirar a realizar una actividad 165

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