La zona económica exclusiva: una perspectiva latinoamericana

LA ZONA ECONOMICA EXCLUSIVA. UNA PERSPECTIVA LATINOAMERICANA. e incorporación del consenso se verificó en el transcurso del penúltimo pe– ríodo de sesiones, cuando se logró alcanzar acuerdo sobre una de las cuestio– nes cruciales que estaban pendientes, la referente al proceso de la toma de decisiones en el Consejo de la Autoridad de los Fondos Oceánicos. Se decidió entonces, que las cuestiones de mérito serán decididas conforme el caso consi– derado, de tres maneras distintas: a) por mayoría de dos tercios; b) por mayo– ría de tres cuartos; c) por consenso. Entre las cuestiones a ser decididas por consenso estaban las enmiendas a la parte XI de la Convención. Se ha defmido iguahnente el término "consenso" como significando "ausencia de toda obje– ción formal" (cr. Art. 161, 7 del Proyecto de Convención). . ÚJ interacción de los intereses Teniendo en cuenta la naturaleza y práctica del consenso, es posible como prender una de las razones principales de la lentitud del proceso negociador de la Conferencia. Es fácil y_ rápido este proceso a través de la técnica de la votación. Dispensada ésta o rechazada como contraria a la técnica del consen– so, no hay como conocer las tendencias de las Comisiones, del plenario y de los grupos de negociación, sean formales o informales, sino mediante los ale– gatos de cada delegación sobre los diferentes items del temário y sobre las diferentes propuestas concernientes a cada uno de los items. Otra razón prin– cipal consiste en la divergencia de factores actuantes sobre la problemática del mar: los económicos, verbi gratia, la distribución de competencia sobre los recursos biológicos y minerales de las aguas y del relieve submarino, el régi– men de la navegación comercial, el impacto dél desarrollo; los militares, como la libertad de navegación de las naves y la-no detectabilidad de los submarinos lanzadores de artefactos nucleares; los científicos, tales como el régimen de la investigación en los espacios marítimos; los ecológicos, verbi gratia, el de la responsabilidad de la preservación del medio marino; los geográficos, tales como el de la contraposición entre Estados costeros y los mediterráneos; y los políticos, tales como los de la antinomia entre soberanías, la proyección del concepto del patrimonio común de la humanidad, el enfrentamiento entre solidaridades basadas en intereses regionaJes e ideológicos. Tales factores tan diversificados y relevantes determinan necesariamente una relación de juegos de fuerza de diferentes matices y potencialidades así como la polarización compleja de ejes de intereses, que no encuentran similitud en los demás foros de negociación. Basados en esos intereses, es que subsisten los grupos regionales tradiciona– les como ocurre esencialmente en las Naciones Unidas: 1) asiático, 2) africano, 3) latinoamericano, 4) Europa Oriental, S) Europa Occidental y otros Estados. En función de esta distribución correspondió la presidencia de la Conferencia, de la primera, segunda y tercera comisiones, así como de la comisión de re– dacción, a esos grupos regionales respectivamente. El más numeroso es el afri- 126

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