América Latina y Asia-Pacífico

82 JOSE MIGUEL INSlJlZA sea el libre comercio y no señalan cómo se ha de llegar a ella. Sólo unas pocas economías se han mostrado dispuestas a some– ter sus respectivos planes a un examen colectivo. Segundo, la Iíberalización sectorial, que ha despertado en– tusiasmo en algunas economías, afecta directamente el princi– pio de la cobertura integral, que con tanto esfuerzo adoptamos en la Cumbre de Osaka. Lejos de representar un avance, Chile considera que el enfoque sectorial es un retroceso. No es muy aventurado pensar que se favorecerán los sectores más fáciles e innovadores y se dejarán de lado los más difíciles, con el agra– vante de que después no quedarán incentivos para liberalizar los sectores más protegidos. Por definición, la apertura sobre una base sectorial tiene que hacerse extensiva a todos los socios comerciales miembros de la OMC, ya que no puede justificarse como parte de una zona de libre comercio. En caso de que se trate de sectores en que economías que no pertenecen a Asia-Pacífico tienen una participación relevante, éstos deberán ser incluidos en la inicia– tiva. De este modo, se pierde la singularidad del proceso de APEe. En el caso concreto de Chile, la existencia de un arancel único para todos los productos, que resultó clave para impulsar la apertura de nuestra economía, resulta incompatible con las iniciativas sectoriales. Pero ello no significa que nos estamos quedando al margen del proceso APEC. Por el contrario, Chile presentó en la última reunión Senior Officials Meeting (SOM) una propuesta tendiente a reducir los aranceles en forma antici– pada en un 25% como promedio ponderado de todos los bie– nes, en un plazo breve 0998/1999). Por cierto, se trata de un compromiso integral, 'esto es, que no se restringe sólo a los sectores que nos interesaría abrir en otros mercados. Chile mantiene y ha profundizado una política comercial abierta y transparente para bienes y servicios, que se comple– menta con un régimen de inversiones de características simila– res. Todo ello, con pleno apego a las disciplinas multilaterales administradas por la OMe. Los beneficios de esta política, que

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