América Latina y Asia-Pacífico

D1SCUHSO 79 El proteccionismo es uno de los grandes enemigos de nues– tro desarrollo. Prácticamente no pasa un mes sin que debamos desplegar esfuerzos, a menudo silenciosos, para contrarrestar una medida proteccionista en contra de algún producto chile– no. y virtualmente cada año debemos enfremar alguna acción mayor destinada a obstaculizar el ingreso a algún mercado rele– vante de un producto de exportación importante de nuestro país. En Chile, la preocupación por el proteccionismo va mu– cho más allá de los empresarios y del gobierno. Es que muchos chilenos modestos han comprendido que sus posibilidades de superación personal dependen de mercados mundiales cada vez más abiertos y transparentes. De ahí la expectativa que han despertado las metas de libe– ralización que fijamos en Bogor. De ahí, también, la preocupa– ción que empieza a manifestarse cuando el impulso hacia la liberalización comienza a hacerse menos evidente. Existen tres ámbitos de acción complementarios para la li– beralización del comercio y de las inversiones. Primero, está la apertura unilateral, que las economías emprenden para mejorar su competitividad y eficiencia. Segundo, está el sistema comer– cial multilateral, que proporciona reglas y disciplinas para regu– lar el comercio de bienes, servicios y propiedad intelectual y garantizar un acceso no discriminatorio, estable y predecible a los mercados. La Ronda Uruguay, completada en 1994, llevó a la adopción de compromisos muy importantes para reducir las barreras que afectan a los bienes y, por primera vez, incluyó también medidas en materia de servicios y agricultura. Tercero, están las agrupaciones regionales y subregionales y los acuer– dos bilaterales que conducen al libre comercio. Durante las últimas dos décadas Chile impulsó la apertura unilateral de su economía, que fue complementada mediante una participación activa en las negociaciones multilaterales del GATT (General Agreement for Trade and Tariffs). El énfasis en la apertura unilateral nos hizo más competitivos y tuvo un pa– pel decisivo en nuestra inserción internacional. Hoy nuestro país mantiene uno de los aranceles más bajos de América Latina.

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