América Latina y Asia-Pacífico
78 )QSE MIGUEL mSULZA mo que se plantea con sentido práctico hacia el futuro. Un re– gionalismo más elástico, menos formal y menos institucionali– zado que el que se ha desarrollado en otras regiones del mun– do. La flexibilidad y la fluidez con que se ha desarrollado este proceso han representado su principal ventaja. No deja de ser significativo que en las últimas décadas la regionalización eco– nómica, medida en porcentajes del intercambio comercial y de flujos de inversión, haya sido mayor en Asia-Pacífico que en Europa o en Norteamérica. Es precisamente este marco el que explica la fructífera inte– racción que se produce entre los distintos foros del Pacífico: PECC, APEC, PBEC (Pacific Basin Economic Council) y ABAC (APEC Business Advisory Council), que realizó una importante reunión en Chile. Cada una de estas entidades aporta un ele– mento distinto pero esencialmente complementario en la cons– trucción de esta comunidad del Pacífico en la que participamos. Pero nuestra comunidad del Pacífico no ha sido nunca una sociedad de alabanzas mutuas y debemos examinar nuestras limitaciones y preguntarnos sobre el futuro. Más aún, cuando todavía existe un considerable escepticismo en torno a las me– tas que establecimos en Bogor. En este sentido, la interrogante crucial que corresponde . plantearse es si podremos mantener la naturaleza y el ritmo de la liberalización en Asia-Pacífico. Para Chile, esta no es una pregunta meramente retórica. El total de nuestro comercio exterior de bienes y servicios repre– senta más de la mitad de nuestro Producto Interno Bruto (PIB). Las exportaciones constituyen un elemento clave en nuestra estrategia de desarrollo, que nos ha permitido crecer a una tasa promedio superior al 6% durante esta década. Así, la liberaliza– ción de nuestros principales mercados contribuye de manera decisiva a las posibilidades de desarrollo de nuestra población. Cada medida que se adopte para reducir un, arancel o eliminar una barrera no arancelaria que afecta a un producto o servicio chileno, significa mayor prosperidad y calidad de vida para nues– tros ciudadanos, sean trabajadores o empresarios.
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