América Latina y Asia-Pacífico

72 RENATO RUGGIEI!O ochenta y principios de los noventa, se temió que el regionalis– mo se volcara hacia el interior y que un sistema competitivo de bloques regionales opacara el orden multilateral. Hasta ahora, ese temor ha sido infundado. Por el contrario, a través de nues– tros sucesivos éxitos en la liberalización del comercio en las telecomunicaciones y las tecnoiogías de la información y de nuestros actuales avances en los servicios financieros y nego– ciaciones de incorporación, es evidente que estamos frente al resurgimiento de una nueva prominencia de la OMC en el ma– nejo del sistema económico internacional. No obstante, ello no debiera cerrarnos los ojos ante los posibles peligros. Un potencial riesgo asociado a la actual pro– liferación de acuerdos regionales es la posible fragmentación de las reglas que rigen el comercio internacional. Una red de acuerdos extendida por todo el mundo podría traducirse en una incalculable cantidad de regímenes diferentes cuyas empresas deben aprender a operar desde dentro para abastecer los mer– cados, de modo que la idea original y todo el esfuerzo de cons– truir un sistema multilateral de derechos no discriminatorios para facilitar las relaciones comerciales a nivel mundial podrían ver– se amenazados. ¿Cómo nos aseguramos de que las diversas vías regionales lleguen a una meta en común, cual es el sistema mundial abierto con reglas globales? Otro tema clave es si los fundamentos del sistema de co– mercio mantendrán la no discriminación según aparece en los dos principios fundamentales de Trato Nacional y Nación Más Favorecida. Los acuerdos regionales, por nalUraleza preferen– ciales, son una excepción al Trato de Nación Más Favorecida. Cuando el número y la extensión de estas excepciones concedi– das a las naciones más favorecidas llegan a un nivel importante, esa excepción puede transformarse en la regla y el sistema multilateral podría verse sustancialmente alterado. El punto clave es que aunque el regionalismo puede ser un importante complemento del sistema multilateral, éste no pue– de ser un substituto. En otras palabras, la solución es globalizar el regionalismo, y no regionalizar la globalización.

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=