América Latina y Asia-Pacífico

58 MAHATHTH B1N MOHAMAD ce años. La realidad es que gente inocente ha sido empobrecida por su acción. La realidad es que parecen capaces de manipular a voluntad y con impunidad. El ingreso per cápita de los mala– sios ha sido reducido de 5.000 dólares a 3.600 en dos meses, en circunstancias que tomó doce años llegar al nivel citado. Los medios de comunicación controlados por el Norte, adop– tando actitudes autocomplacientes, responsabilizaron a los su– puestamente incompetentes dirigentes del Sudeste asiático. En forma burda, trataron de provocar acusaciones mutuas entre los líderes de la región con el fin de quebrar su unidad. Cualquier crítica dirigida a los actores involucrados en las operaciones cambiarias provocaría una devaluación adicional de todas las monedas del Sudeste asiático. Estas son las realidades. Así y todo, los Ministros de Finan– zas del Norte rico, así como diversos líderes, elogiaron la mani– pulación monetaria como un elemento constitutivo del sistema de libre comercio. Ellos exigieron que el Sudeste asiático acep– tara su empobrecimiento como prueba de las bondades del li– bre comercio, y que estos países se abrieran aún más a otros potenciales manipuladores. ¿Cuál es el significado de la democracia, si los gobernantes electos en un país deben someterse a los deseos de los agentes cambistas de otros países que nadie ha designado salvo ellos mismos? ¿Cuál es el significado de la democracia si se niega a los dirigentes elegidos por el pueblo la libertad de manejar la economía de su propio país? ¿Qué hay de democrático en em– pobrecer a la gente pobre en los países pobres con el fin de forzarlos a aceptar los dictados de los avaros en el Norte rico? No existe la democracia y no existe la libertad. La libertad. de expresión solamente rige para los ricos y sus medios de co– municación. El resto no tiene voz. Durante cientos de años, el Sudeste asiático fue colonizado y explotado. Después de la independencia, el pueblo había tra– bajado d~ramente para reconstruir sus países. Las economías no se construyeron con milagros, sino con mucho sudor, traba– jo y lágrimas. La mayoría de su gente todavía es pobre. Aún se

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