América Latina y Asia-Pacífico
56 MAHATHII! BlN MOHAMAD 60% en ringgit y 70% en dólares. ¿Dónde ha ido a parar ese dinero? No se ha evaporado en el aire. Lo tienen los especuladores, los que hacen ventas cortas y los manipuladores. Esta es gente rica de países ricos. Ellos no tienen escrúpulos para empobrecer a los pobres con el fin de enriquecerse. Su excusa: las economías del Sudeste asiático no eran suficientemente abiertas. No obstante, parecen estar suficientemente abiertas para que estos manipuladores puedan lucrar. Creemos en el libre comercio, pero ¿significa que debemos aceptar tranquilamente el abuso de la libertad? Cuando Rocke– feHer llegó a dominar el mercado del petróleo en Jos Estados Unidos, se promulgaron leyes de protección de la competencia para detener los monopolios que habían perjudicado a otros en los negocios, así como al público en general. Cuando Slater Walker adquirió el control de ciertas empresas y las despojó de sus activos, las autorid2des del Reino Unido impusieron la nor– ma que obliga a quien haga una oferta por el 30% de las accio– nes de una sociedad a hacer una oferta por el resto. De este modo se puso fin a este tipo de aventuras. Más adelante, se estableció que todo adquirente de una participación de 5% o más debe dar a conocer el interés adquirido. Cuando AlIan Boesky y Michael Milken comenzaron a in– flar artificialmente el valor de los "bonos basura" y la capitaliza– ción de Wall Street bajó en un 30% en cuanto se desprendieron de sus valores, ambos fueron a la cárcel. Obviamente, cuando se abusa del sistema aceptado y los inescrupulosos y transgresores aprovechan los resquicios, los gobiernos pueden actuar, y han actuado para controlarlos. El libre mercado funciona bien bajo condiciones normales. Pero cuando enormes fondos ingresan al mercado, los valores de las acciones y las monedas se ven seriamente afectados. Los administradores de los fondos pueden determinar con anticipa– ción los efectos de sus movidas y lucrar con su información. No se diferencian sustancialmente de quienes usan información privi– legiada; así y todo, sus operaciones aún se consideran legales.
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