América Latina y Asia-Pacífico

52 MAHATHIR IllN MOHAMAD gones cuya capacidad de respirar fuego ha sido seriamente da– ñada este último tiempo, lamentablemente por algunas de las personas con quienes hemos sido amistosos. Quiero referirme a la historia de Malasia porque ella es directamente relevante para otros países en desarrollo del Pacífico, y,. de hecho, para todos los países en desarrollo. Tan sólo treinta años atrás, Malasia era una economía basa– da en dos productos. Su bienestar económico dependía del es– taño y del caucho, que se transaban principalmente en merca– dos fuera de Malasia, sin control alguno de nuestro país. Las caprichosas fluctuaciones de esos mercados creaban condicio– nes de incertidumbre para nuestro pueblo. Mientras se mantu– viera nuestra dependencia de los productos primarios, nunca podríamos prosperar. A raíz de esta situación, decidimos industrializarnos. No teníamos una capacidad manufacturera, no teníamos un merca– do interno de gran tamaño, ni una red mundial de mercados. Para industrializarnos debimos apoyarnos en las inversiones extranjeras directas, las que sólo era posible atraer sacrificando impuestos y participación local. Aceptamos las condiciones exi– gidas porque necesitábamos urgentemente dar trabajo a nues– tros desempleados. Tuvimos éxito más allá de nuestros propios sueños, de manera que hoy un 80% de nuestras exportaciones, que suman 80.000 millones de dólares, consiste en productos manufacturados, y tenemos más que pleno empleo -de hecho, tenemos escasez de trabajadores. En el intertanto, nuestra gente aprendió las complejidades de una economía industrial y comenzamos a fabricar nuestras propias manufacturas para la exportación, e incluso a invertir en manufacturas en otros países. Desde 1988 a 1997, crecimos por encima del nivel de 8% anual, manteniendo la inflación en un 3,5%. El ingreso per cápi– ta creció de unos 1.600 dólares en 1970 a aproximadamente 5.000 en ]997. Nuestras reservas alcanzaban para financiar 4 a 5 meses de importaciones. Teníamos un alto nivel de ahorro, 38% del PNB (Producto Nacional Bruto), mientras los intereses osci-

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