América Latina y Asia-Pacífico
D1SCUHSO 4S lo que pasaba, pero tenemos la capacidad de "management", de administración y la competencia técnica para evitar repercu– siones negativas. Así lo hicimos en 1995, que fue un año difícil en Brasil. Tuvimos que superar la cuestión del tipo de cambio sin moverlo, porque si lo hubiésemos movido en función de lo que ocurría en México, las consecuencias habrían sido fatales. Cuando se dio la posibilidad, alteramos el tipo de cambio y ahora no tenemos un tipo de cambio fijo. El tipo de cambio, en el caso brasileño, funciona dentro de una banda y tiene una cierta flotación que nos permite una adaptación, como en Chi– le, más adecuada frente a los desafíos de la internacionaliza– ción. Luego, también como consecuencia de lo que pasó en 1994, después de la decisión de cambiar el modo como estábamos haciendo la administración del tipo de cambio, hubo un proble– ma en el sistema financiero. Tuvimos que aumentar la tasa de interés a niveles muy altos para que fuera posible mantener el control de la situación. El gobierno no ha dudado nunca. Ha explicado al país yeso implicó disminuir el crecimiento de la economía, pero a la vez implicó que fuera posible tener una economía más saludable y más sana, y el pueblo entendió. En seguida, tuvimos que enfrentar la crisis de la banca, del sistema financiero, lo que pasa ahora en algunos países del Su– deste asiático. La enfrentamos en 1995 con mucho coraje y la superamos. Poco a poco se ve que hoy día disponemos de los instrumentos para, frente a este mundo globalizado y a las es– peculaciones, actuar en forma consecuente y mantener la eco– nomía creciendo y, lo que es más importante, la posibilidad de mejorar las condiciones de vida del pueblo. Reitero que todo eso se hizo dentro de un marco de demo– cracia con amplia libertad y, cuando éste existe, hay que mirar con objetividad, con confianza y también con firmeza todas esas cuestiones. Es lo que estamos haciendo. Las políticas sociales tienen que ser revisadas profundamente en los países emergen– tes, porque son políticas que, muy a menudo, han sido diseña– das para mantener desigualdades. Aún cuando sean políticas
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