América Latina y Asia-Pacífico
DISCURSO 43 En este momento, aquí en el Cono Sur del continente, vivi– mos una atmósfera muy positiva. Desde luego, fue Chile quien, en primer lugar, logró aquello que parece que es fundamental: la estabilización de la moneda y de la economía, y luego una tasa sostenida de crecimiento, lo que crea la posibilidad de cam– biar la situación social, que en muchos aspectos todavía requie– re de un mayor bienestar. Hemos seguido el mismo camino en Brasil. Hace no más de cuatro años, todavía teníamos una inflación que anualmente podía llegar a miles por ciento. Quizás cinco mil por ciento al año. En tal clima era imposible diseñar un futuro, tener una estrategia, hacer aliados, definir políticas. Nosotros vivíamos "au four le jour", cada día, sin saber muy bien cómo controlar la inflación. Tuvimos suerte, un equipo técnico competente, pero, principalmente, un pueblo que se dio cuenta de la necesidad de medidas, aún cuando fuesen duras, para contener la inflación. La inflación afecta más a los que no tienen dinero. Es un impuesto cruel, porque nadie lo aprueba, ningún Congreso, pero que cada día saca algo de los que no son capaces de utilizar las técnicas de los bancos para defender el valor de la moneda. En consecuencia, son los pobres quienes pagan el precio más alto en un proceso inflacionario. En función de la estabilización de la economía, hemos lo– grado simultáneamente dar un gran empuje al sector empresa– rial del país, igual que en Chile, y este empuje hoy día ya es muy visible. La tasa de crecimiento no será espectacular. En los últimos tres años, fue alrededor de 4,4% al año, pero es sosteni– da; y se hace con la preocupación continua de controlar el gas– to público y de bajar los déficits, o por lo menos de controlarlos y, principalmente, en un ambiente de democracia. Todo pasa por el Congreso. La prensa es absolutamente libre, los grupos sociales se organizan, presionan, y el Gobierno no solamente tiene la obligación de tomar decisiones, sino también de expli– car al pueblo, a la sociedad, el por qué de la decisión y de convencer. No es suficiente la capacidad de ordenar. Se requie– re mucho más que eso para poner un pueblo en marcha.
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