América Latina y Asia-Pacífico

NOTA DE LOS EDlTOHES 15 que no ha estado en condiciones de cumplir debido al inmovi– lismo que afecta a su proceso de toma de decisiones políticas. En este aspecto, la situación japonesa contrasta con los cambios políticos que se han producido en los países protagonistas ini– ciales de la crisis. Todos ellos han experimentado cambios de gobierno que los han reorientado -en mayor o menor medida– a la implementación de políticas de reforma. El resto del mundo ha sentido los efectos de la crisis, tanto por causa de la interdependencia comercial y financiera como por un factor de contagio psicológico. América Latina, que com– parte con el Sudeste asiático la condición de región de merca– dos emergentes, no ha sido una excepción, ya sea por la mayor exposición al Asia de algunas economías (como la chilena) como por la comprobación por parte de los agentes internacionales de debilidades en el sector externo y las políticas económicas de diversos países. Con todo, en América Latina el acercamiento con la región de Asia-Pacífico debe considerarse como un proceso de largo plazo, que trasciende el marco de una crisis como la actual. Así lo plantearon los representantes de los países latinoamericanos que participaron en PECC XII, desde los Presidentes de Chile y Brasil hasta los panelistas de las diferentes sesiones de la confe– rencia. Esta convicción ha sido reafirmada por las principales autoridades responsables de las políticas exteriores, y puede considerarse como un signo de madurez de la voluntad de acer– camiento interregional. En esta actitud ha influido, sin duda, la asimilación de la experiencia latinoamericana de crisis económica de los años ochenta, así como la aspiración de los gobiernos a avanzar en la diversificación de las relaciones exteriores regionales. Por otra parte, es evidente que los factores fundamentales del dinamis– mo económico de la región de Asia-Pacífico, como las altas ta– sas de ahorro, la disciplina laboral y social, y el énfasis en la educación, se mantienen vigentes. Ello p~rmite pensar que, una vez que los países afectados hayan avanzado en sus reformas internas, podrán reemerger con fuerza en el escenario interna-

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