Brasil y Chile: una mirada hacia América Latina y sus perspectivas
OSVALDO SUNKEL sectores de bienes transabies que se iniciaron en la década de 1960, difícilmente ten– dríamos en la actualidad un sector agroexportador dinámico. Pero habría que acep– tar también que sin la profunda reorientación de la política económica en el sentido de favorecer la apertura de la economía y la acción del empresario privado, dichos pasos iniciales tal vez no se hubieran materializado tan rápida y eficazmente. Podría argumentarse asimismo que la nacionalización de la gran minería del cobre fue un hito histórico fundamental. En lo más estrictamente económico-finan– ciero, porque significó un aporte considerable al financiamiento fiscal y de la ba– lanza de pagos, contribuyendo así a un manejo más expedito y eficaz de las políti– cas fiscal, cambiaria y monetaria y al decidido esfuerzo de ordenamiento, moderni– zación y saneamiento del sector público que emprendió y en buena medida logró el gobierno militar. Más polémica continúa siendo la política social, de desregulación generalizada y de privatizaciones que se llevaron a cabo y que ha afectado tanto a empresas como a servicios públicos con enormes repercusiones sociales y económicas, en que se reconocen efectos positivos y negativos, que se debaten apasionadamente. Qui– zás también sea posible esclarecer y racionalizar esta polémica, sobre todo si se la coloca en su contexto histórico. En las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, no obstante múltiples deficiencias, la expansión del rol del Estado cum– plió un papel fundamental en la modernización de la economía y la sociedad chile– nas: muchos de los logros de los últimos años tal vez no hubieran sido posibles sin la importante trayectoria pública en materia de salud y educación, de creación de infraestructura energética y de transportes, de expansión y diversificación de la capacidad productiva en sus diversos sectores. Pero debiera aceptarse igualmente que ese activismo del Estado, que constituyó un apoyo decisivo al sector privado durante esos años, posteriormente adquirió un sesgo desmesuradamente estatizante que condujo, sin duda, a múltiples problemas de inhibición y desplazamiento de la iniciativa privada, así como de proteccionismo desmesurado y rentista, de entrabamientos burocráticos de todo orden, de distor– sión del sistema de precios y de profundos desequilibrios macroeconómicos. El examen desapasionado de estos movimientos pendulares hacia el exceso de intervención o de prescidencia del Estado debería dar lugar a una apreciación más pragmática respecto de las formas más apropiadas de complementación del Estado y el mercado, y el rol de la sociedad civil y las organizaciones ciudadanas, en las nuevas condiciones, desafíos y tareas, tanto nacionales como externas, que el país enfrenta. En relación con estas últimas, un análisis estratégico que anticipe reflexivamen– te las tareas del futuro debe tener como eje principal de preocupación el rápido avance de la integración transnacional en los campos económico, político y cultu– ral, a los que se han agregado más recientemente, con especial intensidad y veloci– dad, los circuitos financieros y tecnológicos. Este complejo y penetrante proceso de globalización ha generado pautas que operan como verdaderos «imperativos» a los cuales ningún Estado puede sustraerse. El problema ecológico representa, en otro sentido, un similar criterio universal. Por otra parte, este mismo proceso de transnacionalización se desarrolla a través de circuitos segmentados que tienden a profundizar la fragmentación de nuestra sociedad ya dividida. No son, pues, sola- 9 2
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