Brasil y Chile: una mirada hacia América Latina y sus perspectivas
OSVALDO SUNKEl nal- los exportadores, los importadores, el comercio y los sectores financieros, integrados ahora en las empresas transnacionales, dirigidas e integradas por el sec– tor financiero, formando una coalición que procura reemplazar la que constituye– ron los sectores industriales, los grupos medios y los sectores obreros. La reducción de la intervención del Estado deja que el mercado -sobre todo los principales gru– pos económicos- funcione lo más libremente posible, se reactualizan las políticas del tipo laissez-faire y de toda la ideología del mercado, el libre cambio, las ventajas comparativas, el masivo apoyo de los nuevos centros de poder financiero transna– cionales, etc. En este contexto, en Chile, la receta neoliberal en sentido estricto se aplica fun– damentalmente desde 1974 hasta comienzos de la década de 1980. Sus elementos básicos son los siguientes: un drástico ajuste fiscal basado en la reducción de los gastos públicos corrientes, sociales y de inversión y la ampliación de la base tributaria mediante impuestos indirectos, la privatización de la mayor parte de las empresas públicas y de parte de los servicios públicos, la eliminación de la política industrial, la focalización compensatoria del gasto social, la apertura externa unilateral co– mercial y financiera, y la desregulación de los mercados de bienes y servicios y de los factores productivos: tierra, trabajo y capital. Se trataba de erradicar completamente el modelo Estadocéntrico de las décadas anteriores, no solo en la reciente versión extrema del gobierno de la Unidad Popu– lar, sino incluso desde sus orígenes en la legislación y en las políticas sociales pione– ras de la década de 1920. Hay un esfuerzo fundacional de crear una economía y una sociedad de libre mercado, basada en el respeto irrestricto de la propiedad privada y el rol subsidiario del Estado, reduciendo sus compromisos sociales y pro– ductivos y concentrándolos en la tarea de mantener los equilibrios macroeconómicos (entendidos como estabilidad del nivel de precios), la eliminación de las institucio– nes corporativas (colegios profesionales, sindicatos, gremios, etc.) y la plena inte– gración al mercado internacional. Esto viene a ser la culminación de los intentos de la derecha económica de rever– tir, muy vinculada al empresariado nacional y a la derecha política, la orientación estatista implantada a partir de los años 50, primero en la época de la Misión Klein– Sacks y luego durante el gobierno de Jorge Alessandri. En el caso gobierno de Pinochet, este desconfiaba profundamente de los políticos, incluso de los de dere– cha y, por su parte, los economistas de Chicago desconfiaban del empresariado nacional, tradicionalmente protegido y favorecido hasta el advenimiento del go– bierno socialista. Al asumir todo el poder económico, con pleno respaldo político del gobierno militar y sin tener que preocuparse de las consecuencias sociales y políticas de sus acciones, el equipo económico contó con toda la fuerza del régimen dictatorial para imponer integralmente su programa. La fase más purista de implantación del nuevo modelo de política económica duró hasta mediados de los años 80. Entre otros efectos, la crisis de la deuda exter– na a comienzos de esa década produjo, la quiebra del sistema bancario y financiero y elevó el desempleo generado por las políticas anteriores a niveles desmesurados. En estas circunstancias se abandonó parcialmente la ortodoxia neoliberal de replie– gue del Estado. Por el contrario, este volvió a actuar enérgicamente reorganizando el sistema financiero mediante una fuerte intervención y subsidios estatales, 88
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