Brasil y Chile: una mirada hacia América Latina y sus perspectivas
OSVALDO SUNKEL los medios propuestos para ponerla en práctica eran muy diferentes. Además, uno de los puntos centrales de los programas de ambas agrupaciones políticas era la creación de un sistema de planificación fuerte, eficaz y amplio, que se comprome– tían a utilizar como herramienta básica de su política de desarrollo. Esta actitud de las agrupaciones políticas era en parte el resultado de la fuerte influencia ejercida en cada una de ellas por los grupos de economistas antes men– cionados. Como parte de la campaña electoral, hasta se establecieron oficinas de planificación a las cuales se confió la preparación de los respectivos planes de go– bierno, y el núcleo técnico afín a la Democracia Cristiana llegó a ser la base de la nueva oficina de planificación (ODEPLAN). Esta situación reflejaba en parte la posi– ción ideológica de los principales partidos políticos, y la experiencia de las últimas décadas. Pero el consenso nacional acerca de la nueva estrategia de desarrollo y de la importancia de la planificación también se vio influenciada por el acuerdo cele– brado en 1961 entre América Latina y Estados Unidos con la nueva administración Kennedy: la Alianza para el Progreso. Este programa coincidía en gran parte con lo que vendría a ser la política de desarrollo del Presidente Frei, la "Revolución en Libertad», y se basaba en la mis– ma aceptación de las reformas estructurales, la planificación y la ayuda externa. En rea.lidad, esta se ofrecía en forma condicionada, exigiéndose la presentación de planes de desarrollo que debían incluir la reforma agraria, programas de mejora– miento social, reforma tributaria, etc. Se crearon arreglos internacionales -el Co– mité de los «Nueve Sabios»- para evaluar los planes y las realizaciones, y para autorizar el otorgamiento de ayuda financiera de acuerdo con el grado de cumpli– miento de los compromisos con la Alianza. Por consiguiente, la preparación de planes y la creación de sistemas de planificación fue fuertemente estimulada, e in– cluso impuesta a los países renuentes, mediante las presiones del financiamiento exterior. Para cumplir con los requisitos impuesto, se creó la Oficina de Planifica– ción Nacional (ODEPLAN) como asesora de la Presidencia de la República. El programa del nuevo gobierno incluía los siguientes objetivos principales: re– forma agraria, expansión de las exportaciones de cobre, fuerte expansión de los servicios sociales (principalmente vivienda y educación), desarrollo industrial y, sobre todo, control de la inflación. En consecuencia y a fin de llevar a cabo su política de reforma agraria y mejoramiento de la agricultura campesina, se fortale– cieron considerablemente dos instituciones: la Corporación de Reforma Agraria (CORA) y el Instituto de Desarrollo Agrícola (INDAP). Para dar impulso vigoroso al programa habitacional del gobierno -que ya se hallaba en marcha en el sector privado- se crearon el Ministerio de la Vivienda y varias corporaciones comple– mentarias de la ya existente Corporación de la Vivienda (CORVI), tales como la Corporación de Mejoramiento Urbano (CORMU), la Corporación de Servicios Habitacionales (CORHABIT), etc. En el campo de la minería del cobre se creó la Corporación del Cobre y se procedió a la «chilenización» de las empresas mediante sociedades mixtas. La CORFO creó nuevas subsidiarias o comisiones especiales (Co– misión Automotriz, Comisión Electrónica, etc.) con el fin de impulsar el desarrollo en determinadas ramas de la industria; y se reorganizó el Ministerio de Educación, otorgándole amplios recursos adicionales. La política macroeconómica de estabili– zación se puso enteramente en manos de los Ministerios de Hacienda y de Econo- 80
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