Brasil y Chile: una mirada hacia América Latina y sus perspectivas

UN ENSAYO SOBRE LOS GRANDES GIROS DE LA POLÍTICA ECONÓMICA CHILENA En 1964 surgió una nueva situación política con la victoria del Presidente Eduardo Freí Montalva y la irrupción del partido Demócrata Cristiano. Pero antes de exa– minar su experiencia planificadora, debemos retroceder a los graves males económi– cos que condujeron a la elevada inflación y al estancamiento de mediados de la déca– da del SO, puesto que el diagnóstico de esas dificultades fue una base importante para elaborar la estrategia de desarrollo adoptada por el nuevo gobierno. Como ya se senaló, el modelo de industrialización por sustitución de importa– ciones fue la principal fuerza impulsora de la economía y el elemento dinámico básico del proceso general de desarrollo. La industrialización inducida, basada en la permanente escasez de divisas y en una política gubernamental expansionista, significó no solo un gran aumento de la demanda de materiales y servicios básicos, tales como acero, petróleo y energía eléctrica, sino también de toda la gama de insumos industriales. La expansión urbana y el aumento de los ingresos en las ciu– dades estimularon además la demanda de todos los variados servicios urbanos, así como de los productos manufacturados y de origen agropecuario. Dada la limitada disponibilidad de recursos externos para conservar algún equi– librio general en este proceso, y vencer estrangulamientos específicos, la produc– ción de toda la economía debiera haber aumentado a la par con el incremento y la diversificación de la demanda. Para lograrlo se habría requerido que la estructura de la producción fuera altamente flexible, elástica y dinámica, es decir, que hubiese una fuerte tasa de formación de capital, recursos humanos altamente calificados, empresarios «schumpeterianos», y un marco apropiado de instituciones, valores y actitudes. La falta de estas condiciones es, por supuesto, una de las características básicas del subdesarrollo y explica en gran medida las dificultades y tensiones que acompañan a un vigoroso proceso de industrialización. El principal esfuerzo para vencer estos obstáculos debió hacerlo el sector públi– co, que se encontraba mal preparado para tareas tan abrumadoras. El Estado tuvo que participar activamente en la creación y reorganización de la infraestructura productiva a fin de respaldar a los empresarios privados e inducirlos a instalar y expandir nuevas ramas de actividad. Tuvo que asumir la responsabilidad de desa– rrollar determinadas actividades industriales básicas, creando para ello las respec– tivas empresas públicas. Se encontró bajo fuerte presión política para mejorar la distribución del ingreso y ampliar los servicios sociales básicos a una población urbana en rápido crecimiento. Asimismo, se vio presionado para absorber mano de obra que no encontraba colocación en la actividad económica privada. Todas estas tareas, y otras que no viene al caso señalar aquí, significaron una expansión formi– dable del sector público, tanto en términos absolutos como relativos. Para cumplir las nuevas funciones y ampliar las ya existentes, el gobierno debió utilizar un mecanismo financiero y administrativo obsoleto. Se debieron al anticua– do sistema administrativo, y gran parte de la ineficiencia y de los obstáculos que se presentaron constituyeron una limitación enorme en todos los sectores de la admi– nistración para el empleo de las técnicas de planificación, programación y proyec– tos. El añejo sistema fiscal y financiero fue un factor agravante de la sistemática tendencia a incurrir en grandes déficit presupuestarios, tendencia inherente a la estructura impositiva chilena. En efecto, una elevada proporción de las rentas fiscales provenía de las activida- 75

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