Brasil y Chile: una mirada hacia América Latina y sus perspectivas
RICARDO BIELSHOWSKY y CARLOS MUSSJ juicio debería ser la tónica de un trabajo de investigación en esta área es que, a diferencia de otros países como Argentina y Perú en la primera mitad de los años 90, en Brasil la ideología neoliberal no llegó a implantarse de manera hegemónica como manera de construir futuro. La propia historia económica brasileña no ha– bría descansado hasta que se difundiera un proyecto de esta naturaleza, al punto de lograr la hegemonía: hasta 1994 hubo hiperinflación, a pocos meses dellanzamien– to del Plan Real este sufre los efectos de la crisis mexicana y antes de tres años la débil macroeconomía, con un tipo de cambio valorizado, se vería afectada por la crisis asiática. La agenda neoliberal se cumplió gradualmente a lo largo del tiempo, avanzando en varios de sus elementos básicos, pero de forma descoordinada y con frecuencia sin contemplar detalles previamente. Por ejemplo, la apertura financiera se hizo sin alardes en 1992 y 1993 -algunos años después del inicio de la apertura comercial– mediante sutiles y silenciosas modificaciones a las normas del Banco Central. Opo– sitores de los gobiernos de los años 1990 nos calificaron de neoliberales; entretan– to, a pesar de la adopción de políticas que podrían considerarse afines a ese proyec– to, destacándose entre ellas la privatización, no se observó por parte de ningún presidente, ni de la gran mayoría de sus colaboradores más destacados una defensa abierta y sistemática de un proyecto que mereciese ese título. Al parecer, el gobier– no que dirigió el Plan Real adoptó un liberalismo «de resultados», favorable al programa de estabilización con valorización cambiaria -importaciones libres, fi– nanciadas mediante flujos financieros libres, atraídos por las privatizaciones- pero poco «ideologizado», tal vez porque a los principales líderes políticos del gobierno no les interesaba enfrentar importantes fracciones de su partido y de la sociedad brasileña, que no estaban de acuerdo con el proyecto neoliberal. Salvo excepciones, los documentos oficiales del gobierno, por ejemplo, los Proyectos Plurianuales, mostraban una visión de construcción del futuro para Brasil que no podría decirse sacada del ideario del Consenso de Washington. La postura programática y la con– ducta del gobierno Lula difieren aún más de este ideario. De manera muy general, puede afirmarse que a partir de los años 80 en Brasil se formaron dos grupos de economistas contrapuestos: neoliberales y neodesarollistas 43 • A nuestro entender, la prudencia recomienda a los historiadores del pensamiento económico estudiar el tema a fondo y adoptar la hipótesis de que ninguno de los dos logró predominar en el debate brasileño, entre 1980 y nuestros días. El primer grupo está constituido por economistas de edad madura que no cam– biaron sus convicciones básicas desde los años setenta, y por otros más jóvenes que piensan como el1os, pese a que no vivieron el debate durante la experiencia intervencionista del largo ciclo de crecimiento de la postguerra. A su entender, las eventuales fallas del mercado deberían corregirse con más mercado y no con más Estado, y las fallas originarias de la intervención estatal en la regulación del merca– do solían ser peores que las observadas a través del funcionamiento no siempre 43 Entre los académicos del primer grupo se destacan los de la Fundación Getúlio Vargas, en Rio de ]aneiro y, con adhesión progresiva a partir de fines de los años 80 de gran parte de los profesores de la puc de Río de ]aneiro. En el segundo, sobresalen los equipos de académicos de la UNICAMP y de la Universidad Federal de Río de Janeiro. En el sector público se encuen– tran economistas de ambas tendencias.
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