Brasil y Chile: una mirada hacia América Latina y sus perspectivas
EL PENSAMIENTO DESARROLLlSTA EN BRASIL siguiente pasaje de sus memorias, en que se refiere a sus obligaciones como planifi– cador de la economía en los primeros días del gobierno Castello Branco: la tarea era intimidante. Tuve momentos de pánico y depresión. Había que construir un ideario para la Revolución ( ... ) Castello tenía conciencia de la im– portancia de crear un ideario positivo. Su obsesión era demostrar a Brasil, y al mundo, que la revolución de 1964 era una revolución modernizante y no un típico cuartelazo latinoamericano (Campos 1994, p. 573). La característica principal de estas obras es que son profundamente desarrollistas. Lejos de la ortodoxia y del liberalismo económico, los textos son plenamente favo– rables a la planificación y a la expansión de las inversiones del sector público y de las empresas estatales, que Simonsen denomina de «cooperación pragmática» con las empresas privadas, nacionales y extranjeras. Destacan las reformas adoptadas en el período 1964-1967, como saneadoras de la economía y de las finanzas, y viabilizadoras del crecimiento acelerado posterior. Aquí y allá se leen algunas obje– ciones a opciones de política económica: los aranceles que gravan las importacio– nes de bienes de capital podrían ser algo menores para no perjudicar la competitividad exportadora, la administración de las empresas estatales podría perfeccionarse, etc. Pero esas objeciones aparecen de forma marginal en los textos y sin excepción están redactadas en forma cuidadosa. Evitaban, con éxito, que pudiesen figurar como críticas a los gobiernos desde 1964 -lo que correspondería a una involuntaria autocrítica de Campos a su actuación en el gobierno Castello Branco, fortalecedora del Estado brasileño- y evitaban chocar con las convicciones desarrollistas de las élites empresariales y de las fuerzas armadas, como, por ejemplo, el presidente Geisel, que en 1974 terminaría invitando a Simonsen al Ministerio de Hacienda. La heterodoxia de Simonsen también aparece en el análisis de la lucha contra la inflación. El autor postula que el gradualismo es opción más adecuada que el trata– miento de choque, y se tornó viable en Brasil gracias a la correcta adopción de mecanismos institucionales tales como la corrección monetaria, las minidevaluaciones cambiarias y los controles de precios de los oligopolios. Al res– pecto, argumenta que hubiese preferido un gradualismo menos lento que el adopta– do por Delfim Netto en el período 1968-1973, ya que el residuo inflacionario de 20 % sería excesivo. Pero la forma en que lo propone es, una vez más, cuidadosa, y siempre se acompaña de la admisión de que en el examen del asunto no podría descartarse el beneficio del crecimiento acelerado que [a opción gradualista, efecti– vamente adoptada, venía viabilizando. Los libros tampoco enfatizan las divergen– cias de Campos y Simonsen con Delfim Netto y Helio Beltrao en lo que se refiere al tratamiento antiinflacionario del gobierno Castello Branco, es decir, con la visión de Delfim y Beltrao de que la inflación era de costos y no de demanda, y por ello la preocupación por la contención monetaria, más hacia el fin del gobierno Castello Branco, se estaría exagerando y sería perjudicia]24. En lo esencial, por 10 tanto, 24 Entre las escasas críticas, puede destacarse que Campos dirigió una supuesta interpretación contenida en el Plan Estratégico del Desarrollo, el PED, publicado en el gobierno Costa e Silva en 1967 bajo el control del ministro Helio Bcltrílo. El PED sustituyó al Plan Decenal que había sido coordinado por Campos. En un libro de 1967, Campos se queja de que la presen– tación del PED era injusta respecto del gobierno Castello Branco. Simonsen fue más allá, en 35
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=